RODRIGO POMBO CAJIAO | El Nuevo Siglo
Jueves, 6 de Septiembre de 2012

Bienvenida la paz justa

 

Si se alcanza la liquidación del conflicto armado por la Paz es gracias al expresidente Álvaro Uribe Vélez. Así lo sentencia la historia al indicar que fue él quien alcanzó las más grandes y trascendentales glorias contra los terroristas, contra la pobreza y contra la inequidad.

De esa tierra fértil es que se nos permitió hoy hablar del tema de la terminación negociada del conflicto armado y, en lo que cabe, a la audacia del presidente Santos y a las victorias diplomáticas, económicas y militares del expresidente Pastrana.

Más que ilusionado con el proceso actual me encuentro confundido. En efecto, y para solamente aplicar una dosis de pragmatismo, me he preguntado desde la ciencia jurídica constitucional lo siguiente:

¿Esos 5 puntos iniciales no están acaso hoy agotados con la Ley de Víctimas, la Ley de Justicia y Paz y la Ley de Reforma Agraria, entre otras? ¿Si ello es así, para qué proceso de paz?

En otras palabras, si lo sustancial está arreglado ya ¿qué se va a negociar? ¿Si lo sustancial está chuleado no será que ahora nos queda lo “adjetivo” como lo es, por ejemplo, qué pena van a recibir los perpetradores de delitos de lesa humanidad? ¿Se aplicará la Ley de Justicia y Paz vigente? ¿Se llegará a la impunidad social, histórica, cultural y penal absoluta con los terroristas? ¿O, tal y como se lo aplicamos a las autodefensas, por lo menos veremos algunas extradiciones y algunas mínimas penas? ¿Podrán ser elegidos democráticamente los actuales terroristas?

Ahora bien: si los acuerdos alcanzados llegaran a ser realmente sustanciales, ¿no será que ellos deben ser avalados por un referendo constitucional o, siquiera, por una asamblea nacional constituyente? O, tal y como lo promulgan algunos, ¿bastará con que un gobierno de turno en un marco de negociación del conflicto pueda cambiar la Constitución Política sin que medie la autorización del poder constituyente primario que es el pueblo? ¿Si los de las Farc no quieren cambiar las Constitución Política, para qué tantas décadas de terror? ¿Qué sucedería si en el referendo constitucional o en la asamblea constituyente no se avala lo acordado en la mesa de negociación? ¿No es acaso el pueblo el que mediante susodicha asamblea o referendo aprobará o improbará realmente los acuerdos alcanzados?

Estos son tan solo algunos de los temas que debemos empezar a plantearnos los colombianos y, por su importancia, continuará en la siguiente columna.

*Presidente de la Corporación Pensamiento Siglo XXI