RODRIGO POMBO CAJIAO* | El Nuevo Siglo
Jueves, 14 de Agosto de 2014

Equipo ministerial

 

Nos guste o no el presidente Juan Manuel Santos, no podemos dejar de reconocer sus aciertos y logros. Así, por ejemplo, desde la sensatez y la cordura todos tenemos que admitir que se ha sabido rodear muy bien; que su sintonización en el contexto europeo y estadounidense es importante y que ha llevado gente a los ministerios cuyas hojas de vida son notablemente buenas.

El pasado relevo ministerial no fue la excepción. Hizo falta representación regional, es cierto. Que no había tantos puestos para tantos compromisos, se sabía. Y que los conservadores desaparecieron del Gobierno, no hay la mínima duda, pero el gabinete es excelente a excepción de dos o tres nombres que aún están por mostrar sus credenciales en el servicio público.

No obstante hay que recordar que un buen equipo, por sí solo y por más talentoso que sea, no es suficiente para alcanzar las metas que se traza. Recuérdese, a manera de ejemplo, cómo la selección argentina de hace rato contaba con excelentes jugadores pero la dirigía el incompetente de Maradona a quien no se le restan créditos como jugador (tal vez el mejor de la historia) pero cuyo paso por la dirección técnica de la selección fue un verdadero desastre deportivo.

Lo mismo sucede con la presidencia de Santos y su equipo de gobierno. A Santos no le podemos restar sus créditos como ministro de Hacienda de la administración Pastrana ni mucho menos como ministro de Defensa del presidente Álvaro Uribe y su actual equipo es, repito, realmente bueno, sin embargo, la forma de asumir la dirección en el primer tiempo fue dubitativa, equívoca, sin mayor liderazgo y dirección, lo que le impidió a su conjunto desenvolverse bien y mostrar resultados positivos.

Esperemos que para este segundo tiempo el carácter, la templanza y  coraje del señor Presidente de la República mejore, que tome posturas claras y genere una verdadera cultura organizacional en torno de metas plausibles y concretas que se sintonicen con el clamor comunitario, pues de nada sirve contar con unas estupendas almas allí donde no hay propósitos definidos ni una dirección despejada y específica.

Recordemos, tal y como lo hacía el filósofo y escritor hispano-romano Séneca, que nunca hay buen viento para el barco que no tiene puerto de llegada.

*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI