RODRIGO POMBO CAJIAO* | El Nuevo Siglo
Jueves, 16 de Octubre de 2014

¿Y Vargas Lleras?

Los acuerdos políticos son para cumplirlos y aun cuando esa no es la premisa del actual gobierno, al parecer ha cumplido su palabra  frente al doctor Vargas Lleras.

La Constitución Política de 1991 adoptó una forma de Gobierno presidencial. Ello significa, al punto, que en una misma persona se confunden las calidades de jefe de Gobierno y jefe de Estado. Sin embargo, el acuerdo político del presidente Santos con todas las vertientes políticas (incluyo a las comunistas, socialdemócratas y liberales) que no sean uribistas, consistía, básicamente, en que el doctor Santos asumiría la jefatura de Estado para delegar en la práctica la jefatura de Gobierno.

El presidente Juan Manuel Santos ha demostrado su gentileza y buen trato verbal, su autocontrol gesticular y sus correctos ademanes comunicacionales pero, asimismo, su total incompetencia para gobernar (excepción de algunos aspectos dignos de rescatar). Razón por la cual no le quedó difícil negociar su retiro del gobierno para circunscribir su tarea a la de representar al Estado en el contexto internacional y a buscar (cosa que es legítimo y plausible) su Nobel de la Paz.

Por supuesto que la pregunta era: ¿A quién delegar la jefatura de Gobierno? Y la respuesta fue simple: ¡al Dr. Vargas! Así fue el acuerdo original hasta que los resultados electorales de principios del año evidenciaron que se necesitaba el concurso de todos para atajar al doctor Zuluaga.

De manera que no había más que decir. Vargas sería uno más de los aliados de la reelección y, consiguientemente, los otros aliados también tenían el derecho a reclamar su parte. Ahí estamos, Vargas reclamó todo el sector de las obras y la infraestructura, una que otra agencia, el Ministerio de Vivienda, presencia en temas ambientales y dirección total del gobierno nacional. Es pues, el jefe de gobierno.

A los otros les tocó conformarse con otras carteras como al DNP para los Gaviria y Unasur para los Samper.

El doctor Vargas es el verdadero gobierno y de él podremos esperar ejecutorias pero, también, mal trato, vulgaridad, grosería, arbitrariedad, capricho, dictadura a no ser que morigere sus formas. Y esto, las formas, -curioso pero así son las cosas-, es precisamente lo único bueno que tenía el presidente Santos.

*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI