RODRIGO POMBO CAJIAO | El Nuevo Siglo
Jueves, 23 de Octubre de 2014

ESQUINA AZUL

Bogotá sin casco

Después  de largo trasegar por el sendero del terror, de la muerte, de la destrucción, en donde el secuestro, la extorsión y una que otra quema de uno que otro Palacio de Justicia hacían parte del trasegar terrorista, el Dr. Gustavo Petro llegó al Palacio Liévano con la premisa de construir una “Bogotá Humana”.

Cumplidas 2/3 partes de su mandato los habitantes de la ciudad no hemos podido entender en qué consiste ese eslogan, qué subyace en el letrero o la marca; cuál es la visión de ciudad.

Sí tenemos claro que la ciudad de hoy es un caos: los trasportadores en paro; una de  las urbes más sucias del mundo; sistema de seguridad obsoleto e ineficiente; desgobernanza total; unas cuentas en quiebra; un Canal Capital audaz pero jugado por una sola causa, la de las minorías socialdemócratas; un ordenamiento territorial sin orden; un desapego ciudadano y un desamor hacia su “City” nunca antes visto y, -acaso esto es lo más grave-, sin sentimiento de mejoría y esclarecimiento, no hay futuro ni mucho menos, bienaventuranza.

De vez en cuando trata de hacer algo, como para evitar que se siga afirmando que lo único que hizo fue defenderse, echar discurso, y no ejecutar nada.

Ahora vemos, en medio del caos vehicular y del paro del sistema masivo de transporte, unas estaciones de bicicleta para realizar gratuitamente, cortos trayectos. Esa idea es buena si no fuera porque esconde el verdadero sentir de la ciudad que es un sistema de transporte alternativo de bicicletas, concesionado y a gran escala como el de las principales ciudades del mundo. Esa licitación sigue cocinándose de manera lenta y nada que se atreven a publicar los pliegos de condiciones definitivos, puede ser por la animadversión filosófica del Alcalde Mayor hacia las concesiones. Está acabando con los colegios concesionados, como para ahora permitir una concesión del sistema alternativo de transporte.

Empero, lo más curioso de todo esto, es que ese experimento de bicicletas prestadas no exige la mínima protección al ciudadano como lo es el uso del casco y que sería, en una ciudad con políticas serias y con gobernantes decentes, elemental requisito para poder hablar de una “ciudad humana” donde la gente debería ser el centro de atracción y no el conejillo de indias de un experimento populista.

*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI