Los colombianos estamos a la expectativa sobre cómo será el articulado de la reforma a la salud que presentará la ministra Carolina Corcho, quién está actuando más como activista que como representante del Ejecutivo. Un documento casi invisible que tiene a muchos en una incertidumbre poco sana frente a un sector fundamental para los ciudadanos. Mañana inician las sesiones extras del Congreso de la República a las tres de la tarde y no hay mucha claridad sobre si se presentará la reforma o no. Lo que se sabe es que cuando se presente, la ministra de Salud la radicará por Cámara de Representantes y no por Senado. ¿La razón? Ve más amigable a sus intereses a David Rasero, presidente de esa corporación, que a Roy Barreras presidente del Senado.
Roy para muchos colombianos es un político camaleónico. Ha pasado por varios partidos siendo escudero de Uribe, Santos y ahora Petro. Tiene la capacidad de acomodarse en distintos ropajes políticos sin sonrojarse. Por eso en el imaginario queda el de un congresista muy sagaz para mantener sus intereses personales a costa del Estado. Como médico de profesión ha tenido una cercanía para muchos cuestionables con el sector salud. A más de un periodista, incluyéndome, han llegado historias sobre su relación con ese sector y actuaciones non sactas para sacar provecho económico personal. Ninguna se ha podido probar, pero en el ambiente siempre ha estado la inquietud. Por eso es paradójico que este político que muchos critican y cuestionan por politiquero y poco coherente es hoy la esperanza de muchos que consideran la reforma a la salud del gobierno Petro un suicidio para el sistema en Colombia.
En la legislatura Barreras manejó el Congreso, el gobierno le debe en gran parte el trámite de las iniciativas que se presentaron. Estando en un año electoral, el reto es aún mayor en el legislativo; las reformas estructurales tendrán que tramitarse en este semestre o si no pueden darse por perdidas. Los congresistas, como lo fue el propio presidente en su momento, tienen tiempos y cálculos que en época electoral funcionan de manera distinta. Por eso, la valoración de Roy está al alza, de él depende que la agenda se mueva de forma eficiente. El problema para el gobierno es que Roy no comparte la reforma de la ministra Corcho, razón por la que muchos tienen las esperanzas puestas en su capacidad política y en que su salud le permita estar al frente del senado seis meses más.
Cuando Roy decidió acompañar la campaña de Gustavo Petro, la mayoría pensamos que su objetivo era no perder cuotas burocráticas y seguir manteniendo influencia política, pues siempre se ha montado en el barco ganador, de ahí su fama de camaleón. Sin embargo, cuando se preguntaba directamente siempre respondió: Petro será el ganador, es mejor acompañarlo y desde adentro hacer contrapeso. No podemos dejarlo a la deriva sin gente sensata manejando el país. Esas no eran exactamente sus palabras, pero más o menos el sentido. Hoy vemos que tenía razón y está cumpliendo su objetivo. Más de uno anda prendiéndole una vela para que desde la presidencia del Senado y con su capacidad de convocatoria entre políticos pueda convencer a sus colegas de tramitar una reforma a la salud sensata, que construya sobre lo construido y que no destruya todo un sistema que si bien necesita mejoras no está como para que lo dinamitemos como quiere la ministra.