Cuando la democracia se manifiesta, hay que respetar las reglas de juego
En la democracia gobierna el que gana. Gustavo Petro perdió las elecciones. Las presidenciales y la alcaldía de Bogotá. Eso es una realidad. La sensatez en la política debería estar orientada a reconocer cuándo se gana, se pierde y cuándo es el turno de gobernar (y aprovechar y hacerlo bien).
No ha empezado la tercera semana del nuevo gobierno en Bogotá y los ataques a la administración de Claudia López vinieron de nuevo desde la orilla de Gustavo Petro. El motivo fue el contrato del Metro, que según el político, es un metro corrupto.
Parecería que Petro no se da cuenta que la campaña terminó, que los bogotanos decidieron y que sería adecuado que mostrara buen juicio y dejara gobernar.
Cuando Petro ganó tuvo la oportunidad de construir el Metro. Lo dejaron viendo un chispero con un cheque chimbo que nunca pudo cobrar en ventanilla. Pero además la estructuración del metro subterráneo estuvo coja en elementos y procesos que eran fundamentales para acceder a los créditos de la banca multilateral. El metro no es corrupto porque no sea subterráneo. La escasez de argumentación y la pérdida de las demandas que pretendían dejar a los bogotanos sin metro en los juzgados, demuestran día tras día que el metro que diseñó y contrató la Alcaldía de Peñalosa, fue más eficiente y efectivo que el de Petro.
Cuando Bogotá decidió que fuera López su alcaldesa, lo hizo sabiendo que continuaría con el Metro elevado. Por esta razón tratar de polarizar y dividir para impedir que la ciudad avance denota falta de juicio. Hay que saber perder. Y ese es un mensaje no solo para el sector petrista, también para la derecha y el centro. Cuando la democracia se manifiesta, hay que respetar las reglas de juego.
Quienes creemos en la constitución y las leyes colombianas, debemos defender el derecho a gobernar de quienes se lo han ganado. Así no estemos de acuerdo con sus postulados. Acompañar lo sensato y criticar lo que no nos parezca adecuado. Pero lo que no puede pasar es caer en el discurso destructivo que nos muestra Petro día tras día. Una narrativa de rabia, resentimiento y egocentrismo.
Y en el mismo sentido en que ataca el Metro de Bogotá la obra más importante de este siglo para la capital del país y se cuestiona al Gobierno distrital, se atacan las políticas del gobierno del presidente Duque. Desde la izquierda y el centro, se promueve la división, el resentimiento y un discurso de odio con un eco importante y algunas veces cuestionable de los medios de comunicación. En razón de ello tuvimos una manifestación juvenil a finales de 2019 que en muchos aspectos tiene reclamos justos y necesarios, pero que en otros fue promovido a punta de mentiras y llevado a las calle a destruir.
Yo quiero que le vaya bien a Claudia López. Y también quiero que le vaya bien a Iván Duque ¿Eso es muy loco? O por el contrario, ¿es una posición política racional, cuerda y prudente? Si les va bien a ellos, le va bien a Bogotá y al país. Saber perder implica tener humildad. Y saber ganar, mucha sabiduría.