Mis palabras en la plenaria del Senado de la República, en 1998, al oponerme a la privatización de la prestación del servicio de energía en la región Caribe, afirmando que íbamos a salir de las llamas para caer en las brasas, resultaron premonitorias. 22 años después podemos decir que la calidad de la prestación de este servicio esencial por parte de Electricaribe no está mejor que cuando estuvo peor.
Electricaribe, con sus continuos y prolongados cortes de energía, muchas veces disfrazados con supuestos “mantenimientos”, que superaban las 90 horas/ año, el doble del promedio nacional de 45.5 horas/año, así como las recurrentes oscilaciones de voltaje con el consiguiente daño de los electrodomésticos, se convirtió en una pesadilla para sus resignados usuarios.
Como lo afirmó la Superintendencia al momento de proceder a intervenirla el 14 de noviembre de 2016, “la toma de posesión de Electricaribe es una decisión proporcional a los hechos que le sirvieron de fundamento”. Y no era para menos. La intervención de Electricaribe por parte de la Superintendencia derivó en su liquidación y la apertura posteriormente de un proceso para el cambio de operador de red del mercado del Caribe, el cual terminó segmentándose en dos, Caribe Mar y Caribe Sol.
Electricaribe recibió una inyección mediante el Fondo empresarial de la Superintendencia de $5.4 billones. Esta cifra se desagrega de la siguiente manera: $4.1 billones para mantener su operación, $460.000 millones de garantías para respaldar la compra de la energía y créditos y $860.000 millones para invertir en la infraestructura en las redes de transmisión local y de distribución.
En el entretanto, se aprobó a través del Plan Nacional de Desarrollo un salvavidas para mantener a flote a la empresa y posibilitar la consecución de los dos nuevos operadores. Al tiempo que la Nación asumió el pasivo pensional y prestacional de $1.53 billones, se facultó al Gobierno Nacional “para establecer un régimen transitorio especial en materia tarifaria…con el fin de asegurar la prestación eficiente y sostenible del servicio”.
Las condiciones, entonces, estaban dadas para el relevo de Electricaribe como operador. El pasado 20 de marzo, como resultado de una subasta la Superintendencia de Servicios le adjudico el mercado de Caribe Mar a las Empresas públicas de Medellín, que comprende los departamentos de Bolívar, Córdoba, Sucre y Cesar y el de Caribe Sol, que comprende los departamentos de Atlántico, Magdalena y La Guajira al Consorcio Energía de la Costa.
Entre los compromisos adquiridos por los dos operadores está la inversión de $10 billones en los próximos 10 años para mejorar la calidad de la prestación del servicio. Se espera y se aspira que, ahora que se apaga Electricaribe y a partir del 1º de octubre los nuevos operadores asumen el control y la prestación del servicio, cese la horrible noche que hemos padecido sus usuarios y se le ponga coto a los abusos y atropellos de los cuales hemos sido objeto. ¡Que así sea!
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