Numerosas situaciones se salen de lo normal, afortunadamente. Muchas personas nos desmarcamos de aquello instituido por las mayorías cuando eso normalizado no responde a la esencia de las cosas sino a las arandelas que intentan ocultarla. Pasa con la electa pareja presidencial de Francia, Emmanuel Macron y Brigitte Trogneux, criticados porque ella es veinticuatro años mayor que él, no tanto porque hayan desafiado a la sociedad sino porque se han sido fieles a sí mismos. Creo que ahí está la clave, en esa fidelidad al propio ser que suele pasarse por alto con tal de encajar en los moldes predeterminados socialmente. Muchos sectores de las sociedades no soportan que los límites de las normas se extiendan, lo cual refleja los miedos infundados de perder la propia seguridad y el temor a que nuevas visiones de mundo cuestionen la existente; es el recelo a dialogar con otros saberes, lo que en vez de intimidar resultaría constructivo.
Claro, el miedo también es a perder la hegemonía, a compartir ese poder que se ha alcanzado muchas veces a sangre y fuego. Pero, como el verdadero poder es el de adentro, ese que exalta al ser y potencia sus dones y cualidades, el ser fieles a nosotros mismos nos permite pasar por encima de los convencionalismos cuando ello sea necesario, no desde el avasallamiento y el desconocimiento olímpico de los acuerdos sociales que se han ido construyendo, sino desde la fuerza para expresar las necesidades interiores más sentidas de tal manera que se permitan espacios para que cada quien se desarrolle libremente de acuerdo con su misión de vida. Esa es la fidelidad vital, la que poco nos enseñan porque estamos acostumbrados más a ver el mundo de afuera que el de adentro, ese casi inexplorado espacio que representa nuestro universo más próximo y desde el cual tenemos las claves fundamentales para vivir sanamente.
Se requiere valentía para ser fiel a sí mismo, para reconocer la esencia e impedir que sucumba en un entorno proclive a la homogenización cuando lo que se es y se siente no tiene cabida en la norma. Por ello son tan importantes para la vida los movimientos que promueven los derechos de las mujeres, las comunidades indígenas y afrodescendientes, la población Lgtbi, los del medio ambiente y los de libertad de culto (y no culto), que permiten la ampliación de la consciencia al expandir los límites que la cercan. Evidentemente, también se puede ser fiel a sí mismo en medio de los pensamientos hegemónicos, pues no hay una sola manera de serlo, incluyendo las tradicionales. Todos los seres humanos estamos llamados a ejercer esa fidelidad primordial. Y desde ella, vivir en el reconocimiento pleno de los otros. ¿Qué hace usted para ser fiel a sí mismo?