“Somos responsables de nuestro futuro”
Convertimos al mundo en un basurero, ahora lo estamos volviendo un lugar desértico y dentro de poco tiempo el agua será un recurso escasamente disponible y por el cual pagaremos un alto precio. Su efecto no puede ser más desastroso, estamos afectado la supervivencia de los animales y el de nuestra propia especie, sin que nuestros líderes afronten la situación con medidas contundentes.
Hoy los expertos señalan que nos encontramos en el Antropoceno, una nueva era geológica donde el ser humano es el principal agente de cambio y como nunca una sola especie tiene la potencialidad de definir las condiciones medioambientales. El fenómeno es tan profundo que avanza a una velocidad tan impresionante que es al mismo hombre al que le corresponde hacer los esfuerzos necesarios para volver al equilibrio, sabemos que ese cambio de actitud no se va a dar de manera voluntaria, requiere de la fijación de reglas que nos comprometan a todos como sociedad local y como integrantes de la comunidad global.
No son pocas las iniciativas legislativas que pretenden reconocer a la naturaleza y a los animales como sujetos de derechos, al punto que algunos pensamos seriamente que esa protección debe ser de rango constitucional. Ese impulso como mínimo nos debe llevar como sociedad a garantizar al menos que se consagre el derecho a la supervivencia de las diferentes especies animales y vegetales existentes. Dicho cambio de paradigma normativo exige que la sociedad varíe su actitud frente a su entorno, requiere una nueva actitud de cuidado y protección que exige la participación de todos y cada uno de sus integrantes, sin excepciones de ninguna naturaleza.
Así como en la historia, por necesidades de brindar seguridad a los pueblos, garantizar el orden público y preservar la soberanía nacional, se llegó a la conclusión de constitucionalizar el servicio militar obligatorio, el mundo de hoy exige la aparición del servicio ambiental obligatorio y paradójicamente este servicio no se requiere para defendernos de enemigos internos o externos, sino que se requiere para corregir los daños que causamos de manera voluntaria o involuntaria durante nuestro ciclo vital al planeta, daño que es inevitable pero que es posible compensar con acciones dirigidas a ayudarle a recuperarse de nuestro impacto.
Cada individuo que tenga el privilegio de nacer y crecer en territorio colombiano debe ser consciente que su presencia celebra la vida y que, así como toma de ella los elementos necesarios para hacer posible su paso por este mundo, conlleva el deber de cooperar con el ecosistema nacional para que se regenere, para que reponga al menos los elementos que en su existencia va a utilizar y los entregue, en igual o mayor cantidad y calidad, a la generación que viene. Esto es posible desde un servicio ambiental obligatorio, donde todos y cada uno de nosotros en algún momento de la vida nos dediquemos a limpiar y reforestar cuencas hidrográficas, carreteras, caminos, a reintroducir especies a su hábitat, a cuidar la biodiversidad que existe en nuestra área de influencia vital. Y todo esto a la velocidad necesaria para restablecer el equilibrio. Somos responsables de nuestro futuro.
@ludogomezm - luisdomingosim@gmail.com