La negociación con el ELN conoce ya sus primeras dificultades, aún antes del inicio del diálogo, lo que augura un camino sembrado de escepticismo e interrogantes. Si bien el nombramiento de Juan Camilo Restrepo fue muy bien recibido e inspira confianza, las diferencias que han aplazado la iniciación del proceso no contribuyen a suponer que también en esta oportunidad sea posible llegar a acuerdo que ponga fin a las acciones terroristas de esa organización guerrillera. Y no solamente por la falta de claridad sobre lo convenido por el Gobierno sobre su exigencia de liberación de todos los secuestrados en poder del ELN antes del inicio de las conversaciones, o por las dificultades que entrañan delegaciones numerosas de plenipotenciarios, sino también por obra de la dirección elena, y sus entendimientos sobre lo que ellos llaman el Diálogo o Convención Nacional.
En relación con los secuestrados todo parece indicar que se repetirá lo acontecido con las Farc. La exigencia de liberación de los secuestrados no se cumplirá, no solamente porque el Gobierno ignora cuántos ciudadanos permanecen secuestrados por el ELN, sino también porque la liberación de Odín Sánchez Montes de Oca, previa a la instalación de la Mesa de negociaciones, no respondería a un compromiso acordado, según texto divulgado por la guerrilla y no desmentido por el gobierno.
Por otra parte, subyace en la justificación del diálogo nacional una narrativa que atribuye a las necesidades no resueltas por el Estado el origen del conflicto, como si el ELN, al igual que las Farc, no fueran hijos de la Guerra Fría y de la política de promoción de la subversión como instrumento de expansión del comunismo. La Comisión del Diálogo Nacional ya tiene, no solamente un Comité de Impulso, integrado por organizaciones sociales afines ideológicamente al ELN, sino también claridad sobre el procedimiento que consistiría en cabildos abiertos a nivel local, regional y nacional, cuyas conclusiones serían mandatos de la sociedad que la Mesa de negociación debe refrendar. Y como acompañantes del proceso de paz el Comité de Impuso ha invitado al Movimiento de los trabajadores Rurales sin Tierra de Brasil, al Frente Popular Darío Santillán de Argentina, a tres capítulos del Congreso de los Pueblos del continente, a Vía campesina de Ecuador y a la Fundación Rosa Luxemburgo, entre otros, todos de reconocida orientación ideológica y política.
En Quito no se puede repetir el rosario de concesiones gratuitas que mereció el repudio de los colombianos en el plebiscito. Quizás la presencia de un siquiatra en la delegación del Gobierno impida que la negociación se convierta en escenario de locura.