Dejando para un poco más tarde la culminación del recorrido por el mundo tras lecciones positivas (“luces”) y hechos vitandos (“sombras”) que es preciso evitar, hay hecho trascendental de pronta y cuidadosa atención, y es el desarrollo y conclusiones del Sínodo de Obispos que durante este octubre oraron y reflexión con el Papa Francisco, sobre lo más urgente, hoy, de destacar el mensaje cristiano. Coinciden estas líneas de hoy con mi llegada a los 90 noviembres (el 12), cuando como útil ocupación sigo reflexionando y escribiendo sobre asuntos de gran calado, con personal provecho y en compartir con generosos lectores, que siguen mis modestas reflexiones, a quienes pido su oración, por la feliz culminación de mi terreno existir.
Importante crónica sobre aquel gran hecho eclesial, publicó El Tiempo (29-10-23), con propósito de precisar detalles de este Sínodo, fue el mismo a seguir “camino sinodal”, cumpliendo aquello de “se hace camino al andar”. Se dieron allí detalles atinadamente destacados por religiosa colombiana, una de las 54 mujeres participantes en ese gran foro eclesial, con voto en medio de cardenales y obispos en representación de la mujer.
Es un Sínodo en el que se ha puesto de relieve la “feminidad de la Iglesia” que es esposa y madre que debe escuchar al pueblo de Dios, y responderle “con miedo y temblor”, “pero con coraje”. Es complemento de un escuchar a “los cristianos de a pie” que viven la fe en diversas vocaciones y carismas, y evitar el estrecho “clericalismo”, calificado por el Papa de “látigo y azote que esclaviza al santo pueblo de Dios”.
En ese estilo se adelantó este gran Sínodo, instancia “reflexiva y consultiva” según el propósito de San Paulo VI al crearlos en 1965, en “comunión y participación en un verdadero” “caminar juntos”, como lo resalto el Papa Francisco en este octubre al inicio del reciente.
Hay inocultables tensiones al interior de la Iglesia, en la Jerarquía, entre algunos de rígida postura “conservadora”, y otros que quieren cambios como de actitud ante parejas homosexuales y principios dejados por S. Paulo VI, en regulación de natalidad. Los de la primera tendencia encabezados por el estadounidense Reymon Burke, de la segunda, parte del Episcopado alemán.
Asistido por el Espíritu Santo, el Papa Francisco evitó en el Sínodo esa confrontación, con invitación a “caminar juntos”, que es lo propio de un Sínodo, sin caer en “agendas propias que lesionan la comunión”. Llamó a “una Iglesia unida y fraterna, que escuché y dialoga, que bendice y anima a quienes buscan al Señor”, que “sacude saludablemente a los indiferentes”. Invitó el Papa, a evitar “una Iglesia rígida”, acorazada en el “pasado frente al mando moderno, o una “Iglesia tibia”, que se rinda ante las modalidades del mundo, o una “Iglesia cansada”, replegada en sí misma.
En ese ambiente, con reflexiones generales elaboradas con gran tino y 35 “Círculos Menores” o “mesas idiomáticas”, se debatieron los temas que serían llevados a un “Informe resumido”, sobre “una Iglesia Sinodal en Misión”, cuya síntesis haremos en próximas columnas. Desde el principio advirtió del Papa que no se trataba de una reunión política o de un parlamento polarizado, sino de una “convocación del Espíritu Santo”, de “un lugar de gracia y comunión”.
*Obispo Emérito de Garzón
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