Soltemos las emociones | El Nuevo Siglo
Sábado, 22 de Abril de 2023

Tenemos derecho a experimentar todas las emociones, no solo aquellas rotuladas como “positivas”. También tenemos el derecho -y el deber- de dejarlas ser, dejarlas estar y dejarlas pasar.

La clasificación de las emociones que me parece más acertada es la de Paul Eckman, quien las agrupó en seis amplios conjuntos:  ira, asco, tristeza, felicidad, sorpresa y miedo.  Pueden estar en cualquier orden, así como pueden surgir simultáneamente en diferentes dimensiones de la vida, que no es simple y lineal, sino compleja: multicausal, multifactorial y multidimensional.  Por ello, en un mismo momento podemos estar tristes por la muerte de nuestra mascota, felices por el éxito en un negocio, sorprendidos por una visita inesperada, asqueados por una noticia horrorosa, miedosos por causa de un fenómeno natural o iracundos por una traición sentimental.

Como puede evidenciarse, la felicidad es una más de las emociones, por lo cual -aunque sea muy popular el tema- resulta imposible “ser felices” todo el tiempo.  Es una falsa meta que no nos permite aprender de la totalidad emocional que experimentamos. ¡Cuidado!

Podemos aprender de cada emoción: de la ira, a poner límites; del miedo, a confiar; del asco, a cuidarnos; de la tristeza, a ser resilientes; de la sorpresa, a adaptarnos; y de la felicidad, a consolidar acciones de bienestar.  ¡Por ello todas las emociones son importantes, no solo la felicidad! Así como privilegiar una sola nos impide reconocer nuestra totalidad, anclarnos en ellas sin integrarlas ni trascenderlas nos imposibilita evolucionar.

Una vez aprendemos, podemos soltar la emoción, pues el aprendizaje ya está integrado: no necesitamos estar eternamente en primero de primaria, pues ya sabemos leer y escribir, lo cual nos habilita para seguir avanzando.  Al igual que abandonamos el grado primero para pasar al segundo, podemos dejar las emociones para seguir avanzando.

Al quedarnos pegados a las emociones corremos el riesgo de engolosinarnos e indigestarnos, creyendo falsamente que estamos muy conectados. La frase de cajón “hacerlo con el corazón” es un facilismo que nos impide reflexionar si en realidad ya hemos realizado los aprendizajes desde las emociones o si seguimos operando en ellas. ¡La clave está en los aprendizajes! Es allí donde radica la verdadera evolución, no en dar vueltas y vueltas en las vivencias emocionales sin tener capacidad de sintetizarlas para seguir creciendo.  Las emociones son insumos, no propósitos en sí mismas. Centrar la meta vital en ser felices es tanto limitado como imposible: hay más emociones y las requerimos todas para aprender y trascender.

Cuando trascendemos las emociones alcanzamos el gozo, ¡este sí un estado superior del alma en el que hay aceptación, consciencia de totalidad y una comprensión mayor de la vida! ¡Ahí está el Amor! Entonces, soltemos para evolucionar.

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