¡Los años durante los cuales nos mantuvieron divididos han terminado! Colombia tomó el camino de la unidad para derrotar las fobias, los odios, la polarización, la corrupción, la inequidad y todos esos vicios y lacras que por años nos han llevado a la guerra y a la decadencia.
Echar una mirada a los resultados electorales del domingo nos trae un panorama contrario al que querían institucionalizar los profetas de la hecatombe, la ruina y la adversidad. La gente se cansó. No quiere continuar apegado a delirantes dirigentes que los mantenían cegados y encandilados.
Esta vez fueron pocos los que salieron a votar “emberracados”. Desaparecieron los agravios entre los candidatos. Las encuestas que quisieron contaminar el ambiente, quedaron completamente manchadas y desprestigiadas.
Nuestra nación, sus gentes, sus agrupaciones políticas y los electores encontraron el verdadero norte que ofrece la paz. Y salieron complacidos a votar en paz. Las consignas de “paz sin impunidad”, “castrochavismo” y demás epítetos utilizados para agredir y desacreditar a los seguidores de ciertas tendencias, agonizan; perdieron credibilidad. Los falsos mensajes de las redes sociales fueron recibidos con cautela. La exagerada soberbia de los dirigentes, al igual que sus vanidades y sus humos no surtió mayor efecto. La gente los repudia, los silba y abuchea.
Con inusitada frecuencia se afirma que el Presidente Duque y su gestión gubernamental son culpables del deterioro de la imagen del senador Uribe y su Centro Democrático. Cuanto hace el Jefe del Estado es manipulado por el uribismo para inculparlo.
La gente, la juventud, los nuevos y pensantes electores, ya no “tragan entero”. Saben que los bajos índices de popularidad del gobierno son producto de las actuaciones de Uribe y sus áulicos del CD.
Cada vez más colombianos urgen un cambio. Consideran que ha llegado la hora de que el Presidente Duque se libere de las amarras que lo atan al “eterno”. Que no continúe soportando y asumiendo ese desprestigio. Que debe actuar como Presidente de todos los colombianos, como se lo prometió a Claudia, “la triunfadora” y a los demás alcaldes elegidos el domingo, es decir que gobierne con todas las tendencias, no solo con uribismos, Macías, monjas voladoras y demás cortesanos. Así actúan los gobernantes jóvenes, independientes y modernos. No es sano continuar manejando el país con un grupo derrotado, que nada aporta.
Duque tiene la batuta de un nuevo país que ansía otro rumbo y otra orientación amable y amistosa. Un capitán que lo conduzca sin odio, sin corrupción, con apertura total al nuevo amanecer de esta nueva Colombia, que de inmediato lo rodeará y acompañará con lealtad y sinceridad.
La creciente ola de protestas que recorre el mundo nos rodea, porque los pueblos buscan bienestar e igualdad en lo político, económico y social. Debemos actuar antes de un maretazo.
Bajo estas premisas, bienvenido Presidente a esta nueva Colombia que quiere construir un gran futuro.
BLANCO: La nueva generadora de energía limpia de Ecopetrol en el Llano.
NEGRO: La deficiencia de Peñalosa frente a Claudia.