EL jueves pasado Acnur y Unicef Colombia lanzaron la campaña Súper panas, que tiene por objetivo promover la solidaridad, el respeto a los niños, niñas y adolescentes migrantes y refugiados que han llegado migrando desde Venezuela. Es realmente desgarrador ver por las carreteras colombianas a miles de personas que van caminando sin tener muy claro su rumbo, pero sí una esperanza sobre un futuro mejor, en algún lugar, en algún tiempo. Quienes llegan viven realmente en la incertidumbre: solo tienen el presente del camino, del refugio, de alguna terminal de transporte; en ese futuro se mezcla diferentes emociones, que van desde la tristeza por haber dejado a sus familias y a su tierra de origen, hasta la frustración por no encontrar un oficio, aunque sea muy diferente a lo que hacían en sus ciudades originarias. Aparecen en la mitad la rabia, el miedo, la duda, el dolor…
En Colombia hay, según cifras oficiales 819.034 ciudadanos venezolanos, 376.572 están en condición regular y 442.462 como irregulares, de acuerdo con el Registro Administrativo de Migrantes Venezolanos en Colombia, RAMV, que finalizó en junio pasado.
Esta cifra está lejos de ser real. Se calcula que diariamente ingresan por las fronteras tres mil personas más, así que la cifra de 118.709 niños, niñas y adolescentes presenta un gigantesco subregistro. Ellas y ellos son ante todo eso: niños, niñas y adolescentes, que están en condición de vulnerabilidad extrema y quienes son sujetos de derecho por encima de su estatus migratorio. Todos ellos, además de las dificultades físicas, emocionales y cognitivas que ha implicado la migración, se enfrentan a la xenofobia, odio, recelo, rechazo y hostilidad hacia los extranjeros. Colombia ha sido una nación tradicionalmente cerrada a las migraciones, a diferencia de países como los del Cono Sur o la misma Venezuela, que acogió italianos, alemanes y españoles en gran cantidad luego de la segunda posguerra y más recientemente -en la década de los 70- a millones de colombianos. Los niños, niñas y adolescentes migrantes deben estar protegidos y libres de cualquier tipo de discriminación. Esto se dice fácilmente, pero del dicho al hecho hay un gran trecho que implica dolor e incluso sufrimiento.
La campaña Súper panas es una serie de videos que buscan sensibilizar a la población colombiana con relación a la cada día más creciente migración desde Venezuela, en particular hacia las personas menores de edad. En realidad, colombianos y venezolanos somos más iguales de lo que creemos. Bueno, en realidad todos los seres humanos lo somos. Son los niños, niñas y adolescentes las personas más afectadas por el desarraigo, la migración y la falta de estabilidad de todo tipo. La trashumancia ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad en todas las latitudes y en todas las épocas. Hoy migran desde Venezuela, mañana no sabemos cómo será la dinámica. Por el momento amor hacia quienes llegan, sin que ello implique dejar de amar a quienes ya estaban aquí. Somos hermanos, somos humanos.