Colombia es el país en donde los poderosos se salen con la suya bajo el argumento de que todo fue a sus espaldas. El ejemplo más reciente de esta realidad nacional fue la solicitud de preclusión por parte de la fiscalía en el proceso de Álvaro Uribe. El argumento que entregó el ente investigador, aceptando la teoría de la defensa, es que el exmandatario nunca se enteró de nada, todo se hizo sin su conocimiento.
Sorprende que para la Fiscalía Diego Cadena, abogado contratado por Uribe, si tenga méritos para ser acusado de influenciar testigos en beneficio de su cliente, mientras que con el exmandatario quien adquirió sus servicios, se argumenta que no se puede acusar porque no hay pruebas de que lo supiera. Parece bastante difícil de creer que un político que se ha caracterizado por el micro-managing, como lo demostró en sus dos gobiernos, Uribe, hubiera podido ser engañado y no enterado de la estrategia que estaba utilizando su abogado. Pero eso es lo que dice la justicia y no queda otra que aceptar y creer en sus dictámenes.
Al final, a la ciudadanía ya nada la sorprende, lo vivimos con el expresidente Ernesto Samper en donde se demostró que dineros del cartel de Cali habían entrado a su campaña y el nunca se enteró. Igualmente lo estamos viendo con el caso de la financiación de la campaña de reelección de Juan Manuel Santos, en donde todo indica que si entraron dineros de la empresa brasilera Odebrecht para financiarla y en el caso del exmandatario y su defensa, éstos aseveran que no tuvieron nunca conocimiento del tema.
Lejos estamos de países cercanos a nosotros como Perú, Ecuador, Panamá o Brasil en donde expresidentes que han sido acusados por casos de corrupción han respondido y pagado ellos mismos por sus faltas y no unos escuderos que terminaron sirviendo de chivo expiatorio. De hecho, la semana pasada nos enterábamos como en Francia el expresidente Nicolás Sarkozy fue condenado a tres años de prisión también por un caso de corrupción en donde se demostró el tráfico de influencias. Pero no, aquí en Colombia eso no sucede porque los poderosos siempre encuentran la manera de echarle la culpa a otros que estuvieron a su alrededor y así poder decir que nunca se enteraron de nada y que todo fue a sus espaldas.
Nos hemos acostumbrado a aceptar que tenemos mandatarios, políticos y poderosos muy ingenuos que dejan que los que estén a su alrededor tomen todas las decisiones sin que ellos sepan qué es lo que se mueve en su entorno. Aunque pareciera difícil de creer que personas tan astutas, que logran llegar al poder político más alto de la nación, no manejen ni se enteren de lo que sucede a su lado. Pero eso es lo que la justicia ha avalado a lo largo de nuestra historia, que los presidentes que han estado inmersos en diversos escándalos, nunca realmente se han enterado y por ello no pueden ser acusados, porque todo siempre sucede a sus espaldas.