De un tiempo para acá en Colombia todo vale, todo ocurre y todo se tolera. Hasta los héroes están fatigados, desilusionados y mancillados. Quienes van llegando a las altas o bajas esferas del poder las aprovechan para lucrarse, sin importar a quién o quiénes haya que corromper. Todo tiene su precio. La honradez, el decoro, la integridad y la rectitud, van desapareciendo y se convierten en “preciado trofeo” de los corruptos que se exhiben sin pudor, recato o decoro, a lo largo y ancho de una sociedad cada vez más deteriorada y complaciente con un estado cadavérico y sórdido. Los 200 años de independencia están en peligro.
Quienes fueron admirados ejemplares de un arribismo deslumbrante, cayeron en hechos que nos brindaban una esperanza de salvación social y estatal -Pablo y demás narcocriminales- mientras sus ocultos protectores y sucesores, encontraron maneras sutiles o descaradas de asumir las riendas.
Poco a poco, la corrupción fue apoderándose de una sociedad cegada por el poder y el dinero. La guerrilla abandonó sus ideales, los paramilitares fueron baluarte y brazo armado de narcos, desplazadores de campesinos y ¨señores feudales¨. Así, en una sociedad ficticia, grupos de defensa privada y delincuencia común, arrasaron con los pocos principios de esta nación.
El desorden permitió que se penetraran hasta las propias fuerzas militares, de policía, de inteligencia y de seguridad. La justicia no estuvo vacunada, el legislativos menos y el ejecutivo ni se diga. Nadie entendía como el más alto de los jefes rompía el conducto regular y llamaba al más humilde la fila para pedirle resultados o explicaciones. Tampoco que trepadores recién llegados a un congreso tuvieran el descaro de exigirle con irrespetuosa furia al Presidente Duque el cambio inmediato de la cúpula militar, porque la actuante no era de su confianza…”no era manejable”. Complaciente, el que dijo Uribe, la cambió por otra que ahora, según las comprobadas denuncias de la revista Semana, era proclive y complaciente con sus gestores. Lo de Semana a pocos ha importado. Ni el ministro que maneja las fuerzas, ni nadie ha renunciado, ni ha sido removido.
La gran culpable de semejante desbarajuste que incluso pone precio a los ascensos o castigos a quienes defiendan la honestidad, es esta sociedad que no sabe elegir. El propio Congreso defiende a los corruptos. Niega mociones de censura, asciende a los dudosos, desprecia el querer de los electores como ocurrió con la ley anticorrupción. Seguramente habrá chivos expiatorios para castigar, pero los “cuatro soles” seguirán ahí. Son investigadores, jueces y ejecutores.
Qué dura realidad. Qué Estado por el que transitamos. Qué despertar tan incierto nos espera, de continuar las cosas como van y para dónde. Todo por la plata falsa, pero positiva y muy lucrativa, apetecida y productiva.
BLANCO: Prohíben a Trump bloquear a quienes lo critican por twitter. ¿Y los que bloquean en Colombia qué?
NEGRO: Según calificaciones internacionales, somos uno de los 5 países más peligrosos para el turismo. Es claro: atacamos y desacreditamos el proceso de paz.