“El aire lo tenemos que recuperar”
Si queremos que la contaminación del aire de Bogotá mejore, todos tenemos que aportar para revertir la triste realidad del aire en la ciudad. Estamos por encima de las 50 micropartículas que la Organización Mundial de la Salud (OMC) establece como óptimas al año.
Para frenar esta situación que afecta la vida de todos, tenemos que colaborar de manera activa y responsable. Las fábricas tienen que asumir el costo de la contaminación del aire y el agua y compensar por ello a la sociedad. El sistema de transporte público no puede seguir siendo el anti-ejemplo de la política pública de medio ambiente con buses chimeneas que transitan por la ciudad envenenando a los ciudadanos. El SITP “provisional” debe dejar de serlo y cambiar su flota por una eléctrica. Es que resulta que en el sistema de Transmilenio y de SITP se mueven a diario 2.6 millones de personas en la mañana y en la tarde que están más expuestas a niveles de contaminación en el interior de estas chimeneas, ocho veces en Transmilenio y 11 veces más en el SITP que por ejemplo un transeúnte parado en una calle de la cuidad. Eso hay que cambiarlo.
El negocio de las revisiones técnico mecánicas necesita una esculcada a fondo porque hay fuertes indicios de corrupción y la Secretaría de Medio Ambiente y Movilidad se tiene que poner las pilas y pensar en una política medioambiental transversal efectiva. El carro particular que contamine tiene que salir de las calles y deberá ser chatarrizado. Las motos deberán entrar en cintura frente al despelote en el tráfico y la contaminación que causan y los camiones de carga tendrán que dejar de entrar a Bogotá. Pero eso merece una reflexión y propuesta más amplia.
Cuando me preguntan que cuál creo que es el principal problema de la ciudad no dudo en decir que es la corrupción que por años ha gobernado y saqueado a Bogotá. Esos corruptos que se comportan también como unos anti-ciudadanos, anteponen sus objetivos egoístas por encima del bien común y se evidencia en la carencia de una política medioambiental. Por eso ha habido tanta permisividad y tenemos que desagradarnos y neutralizar a los anti-ciudadanos y corruptos que no nos dejan tener un aire limpio para respirar. En Bogotá hay muchas cosas buenas y todos sabemos que son más que las malas que padecemos. Por esta razón la cuidad necesita una administración que pueda frenar los intereses que se interponen a que haya una flota eléctrica o de híbridos por encima al uso de la gasolina.
Hay que ponerle orden a la casa y este despelote en el que estamos sumidos. El aire lo tenemos que recuperar y esa labor debe ser un compromiso de cada una de las personas que vive en la cuidad. Al año hay 500 mil consultas de niños con enfermedades respiratorias agudas y una de las causas es el aire que nos mata que tiene un costo sobre el sistema de salud que sería prevenible. Todo esto lo podemos cambiar, se necesita tener claro los objetivos y la visión de que el bien general debe primar siempre sobre el particular.