Los lamentables hechos ocurridos el domingo en Miami, cuando se enfrentaron Colombia y Argentina, tienen muchas raíces que quieren esconder autoridades, organizadores, analistas, comentaristas y muchos más actores que estuvieron en la contienda que escogió al campeón de la Copa América.
Aparte de la falta de rectitud del árbitro, que perdonó dos penales a Argentina, se advirtió una pésima organización por parte de los dirigentes deportivos que manejaron el evento, inexperiencia e irresponsabilidad de las autoridades deportivas e impericia de la policía de Miami Dade.
Es cierto que muchos colombianos participaron en los desórdenes, tratando de ingresar al estadio sin haber comprado las boletas, o si teniéndolas no lograron hacerlas valer por negligencia de los porteros. La reventa de boletas fue múltiple. Se habla de gente introduciéndose a través de los ductos de aire acondicionado vistiendo camisetas de la Selección Colombia, pero también los hubo con otras camisetas: argentinas, uruguayas y demás.
Las barras bravas no existen únicamente en Colombia. Desde hace muchos años se ven en todos los estadios del mundo, en todos los deportes y eventos multitudinarios. Recuerdo los disturbios con muchos muertos durante un partido de fútbol realizado en Lima. Fue tal la magnitud, que el “mono José Salgar, ese gran jefe de redacción tituló en El Espectador: “Más de cien muertos por un gol”.
En Europa las barras bravas hacen de las suyas, al igual de lo que ocurre en Colombia, Estados Unidos y tantos países más.
Los hinchas argentinos también dieron su aporte a los desórdenes del domingo. Aquí vemos con frecuencia grescas y fechorías superiores a las que a diario ejecutan los terroristas del Eln, “Mordiscos” y demás grupos que, unidos con los narcotraficantes, mineros ilegales y corruptos de dentro y fuera del gobierno.
Es cierto que la delincuencia domina al mundo y que en el exterior hay millones de compatriotas que, asfixiados por la falta de empleo, pocas oportunidades de supervivencia o amenazas, tienen que salir a buscar otros rumbos, amparados con documentos legales. La generalidad ejerce labores limpias y dignas.
Hay en Estados Unidos y muchas naciones más, colombianos CEO’s, Chief officers, Directors, manager, analiysts y grandes ejecutivos y propietarios de importantes compañías. Centenares de miles recorren territorios foráneos, como los tres millones de venezolanos que huyen de la dictadura de Maduro. Por ejemplo, “Trenes de Aragua y otras raleas” siembran aquí, el terror.
Lo sucedido el domingo 14 no puede servir a unos cuantos compatriotas documentados que viven en Estados Unidos para desplegar su odio contra millones de colombianos que entregan su vida y trabajo. La generalidad es gente sobresaliente y honesta, familias luchadoras que pagan impuestos y respetan las normas de las sociedades que los acogen.
Esos colombianos, envían anualmente 10 mil millones de dólares, que ingresan a la economía nacional.
Unos desalmados y dirigentes deportivos abusadores no pueden enlodar el gran papel de nuestra Selección y el correcto comportamiento de nuestros compatriotas en el mundo.
BLANCO: Además de alcanzar el subcampeonato de la Copa América, el gran James volvió a sacar la cara por Colombia: fue el mejor jugador del torneo.
NEGRO: Se destapa la corrupción gubernamental. Graves las acusaciones de Olmedo López contra el ministro de Hacienda, congresistas y hasta el Eln. Entre tanto: Petro fuera de las redes.