El pasado 12 de diciembre el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, en el marco de una acción popular instaurada en el segundo semestre de 2018, profirió un fallo bastante relevante para la protección de las abejas y demás polinizadores. Resolvió declarar amenazados los derechos colectivos a un ambiente sano y al equilibrio ecológico por el uso indiscriminado de los insecticidas de la familia neonicotinoides y fipronil.
Para abordar el tema, el Tribunal ordenó la puesta en marcha de una mesa de trabajo que tendrá como objetivos: i) profundizar en la investigación científica y en la valoración sobre el estado actual de la ciencia en relación con el impacto de los neonicotinoides en la mortandad de abejas y de otros polinizadores y, ii) con la evidencias halladas se deben adoptar la medidas necesarias que permitan la disminución y eliminación gradual de las sustancias en la práctica agrícola, de igual manera se deben buscar el establecimiento de alternativas, bien sea para procurar su adecuada utilización o identificar otros sustitutos.
Al espacio de construcción han concurrido los Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y de Agricultura y Desarrollo Rural, el Instituto Colombiano Agropecuario –ICA-, la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales -Anla-, la Sociedad de Agricultores de Colombia –SAC-, la Fundación Natura y el actor popular, con el propósito de definir el cronograma de trabajo y las actividades de consecución de los insumos científicos que permitirán la adopción de las medidas necesaria para bloquear los efectos dañinos de los insecticidas involucrados y lograr las mejores soluciones de aplicación o de sustitución según aconseje el criterio científico.
El trabajo que empezó esta mesa es relevante para frenar la muerte masiva de abejas asociada al uso indiscriminado de insecticidas con moléculas clotianidina, tiametoxam, imidacloprid y fipronil que, según resultados de laboratorio son los más activos en la catástrofe que de manera directa está azotando la apicultura nacional, por supuesto convirtiendo a las abejas melíferas en las más visibles. Un reto importante será visibilizar los efectos que estas sustancias están causando en las abejas silvestres de las cuales se calcula Colombia tiene cerca de mil especies, además de las aves y murciélagos que prestan el importante servicio ecológico de polinización.
El reto más grande estará concentrado definitivamente en escuchar las partes involucradas: de una parte los apicultores que vienen sufriendo las pérdidas en sus colmenas y el consecuente impacto económico y, del otro lado, los agricultores que defienden el uso de estos productos por su valioso aporte en la productividad de sus cosechas y que de alguna manera se resiste a ver en su uso efectos nocivos, o lo minimizan con el fin de mantener a salvo su actividad de las plagas.
Sin embargo es necesario ponderar, trabajar por conseguir salidas que lo más pronto posible alivien la situación de las abejas y polinizadores y permitan garantizar productividad agrícola respetuosa de las formas de vida silvestre, seguir sin resolver el asunto nos garantiza resolver las necesidades del presente pero nos priva del futuro, sin polinizadores la seguridad alimentaria es una fantasía. La invitación es a trabajar por las abejas para construir futuro.
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