A iniciar nueva presencia mía, en forma esporádica, en este gran diario que presenta tan oportunos y serios comentarios, me he sentido llamado para destacar un hecho que constituye trascendental presencia de la Iglesia Católica al querer tratar a fondo la realidad de este momento en el que los graves peligros que amenazan a la humanidad, el calentamiento climático y el descuido y azote hacia la ecología, que la estremecen, hacen que se convoque un hecho de suma importancia como es la realización del Sínodo de la Amazonía. Fue convocado por el Papa Francisco el 15 de octubre de 2017 a realizarse en Roma del 06 al 27 de este mes de octubre de 2019.
Esta gran Asamblea es fruto del sentido materno de la Iglesia hacia la humanidad que periódicamente se ha hecho sentir, ahora ante la gran preocupación universal por tan graves amenazas, algo ya ampliamente tratado por el Papa Francisco en su Encíclica “Laudato Sí” (24-05-18), pero que exige concretas aplicaciones a una región del mundo tan vital en su conservación como es la Amazonía. Se trata de una región de 7.600.oo0 km2 (7 veces Colombia), parte de 9 países, en especial Brasil, Colombia y Perú, con unos 45.000.000 de habitantes, región rica en biodiversidad, multiétnica, espejo de toda la humanidad.
En el Documento Preparatorio del Sínodo se presenta, desde ya, la gran importancia por estar dedicado a la “Amazonía”, y señalar nuevos caminos para la Iglesia desde una “ecología integral”. Este documento trae tres partes dedicadas al “ver, juzgar y actuar”, desde las cuales se señalan “nuevos caminos para la evangelización y plasmar una Iglesia con rostro amazónico”. Se trata de una evangelización como la lanzó el Vaticano II en su Constitución “Iglesia en el Mundo Actual”, preocupado por lo espiritual del ser humano unida al desvelo, también, por sus necesidades materiales y su progreso. No hay que olvidar que el ser más importante que debe defenderse en la ecología es el ser humano.
Se acerca primeramente el Documento Preparatorio de las reflexiones del Sínodo, a ese territorio con culto a la diversidad sociocultural allí existente, con la importancia de sus ríos, pues allí “el rio dirige a la vida”, defendidos por sus habitantes al igual que selvas y madre tierra. Se pasa a hacer mención de historia desde su situación aborigen, de especial importancia, sobre la cual viene la ocupación colonial de España y Portugal, en largo proceso de cuatro siglos. Fue dura pero más suave que el entorno de otras latitudes y con acompañamiento de la Iglesia, con el avance evangelizador, aportes en lo social y experiencias de progreso y mitigación de injusticias. Se reconocen los valores de las tradiciones aborígenes con el título de “espiritualidad y sabiduría”, y que ellos “viven dentro de la casa que Dios mismo creó y les dio como regalo”, la tierra. Protegerlos es exigencia ética de toda la humanidad y respetar su diversidad.
Hay reflexión sobre convenio pastoral y ecológico, con presentación respetuosa de los valores evangélicos con su mensaje social que conlleva la promoción humana, defensa de la naturaleza obra de Dios y espíritu de solidaridad y fraternidad que da el amor (Continuará).
*Obispo Emérito de Garzón
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