La guerra despiadada que montó Rusia contra Ucrania -y el mundo occidental- es la peor crisis de este doloroso siglo. Nos tocó vivir una guerra con imágenes en alta definición. Una guerra que se vive en tiempo real mediante redes sociales cada vez más tóxicas y cada vez más violentas. Y precisamente, ese es el tema: aunque las imágenes están ahí a la vista de todos, la interpretación sigue siendo la que domina.
Sobre las burbujas de las redes sociales ya se ha escrito mucho. Vivimos entre algoritmos y prejuiciosos. Igual no deja de sorprender. Apenas le damos Like a un contenido las plataformas ya asumen que tienes una posición política definida -estándar- sobre un tema con muchos matices y complejidades. Entonces, son las propias herramientas que te empiezan a bombardear con contenidos que se adaptan, según ellos, a “nuestros gustos”.
Las plataformas sociales están determinando la otra guerra: la de la propaganda. Y lo hacen a fuerza de algoritmos, de historiales de búsqueda y, en el peor de los casos, a base de Likes. Pero lo que más sorprende es que, a pesar de tener acceso a videos en full HD, tener acceso a declaraciones, comunicados y pronunciamientos en tiempo real, todavía se cuestiona la violenta invasión de Rusia.
Los algoritmos de las plataformas sociales hacen que los muros se vayan construyendo a partir de las interacciones más cercanas. Así que en los muros y perfiles se multiplicaban aquellos comentarios que eran afines a su posición y se invisibilizaban de forma automática a los opositores. Como en los estadios de fútbol, donde nos hacemos al lado de los que van por el mismo equipo y simplemente insultamos y omitimos al otro.
Todavía hay espacio para el debate. Insólito. Infame. Todavía, por cuestiones ideológicas, propagandísticas o simplemente por llevar la contraria, existen miles de usuarios que cuestionan las noticias de la guerra pospandemia. Todavía hay quienes dudan del impacto. Todavía hay quienes dudan de la amenaza que supone tener autócratas desparramados por el Viejo Continente.
Y de un modo u otro, las plataformas sociales tienen algo de responsabilidad. Por más de que las redes han salido del mercado ruso y han marcado de forma correcta a aquellos propagandistas promaldad y exterminio ucraniano, el esfuerzo se queda corto. Todavía mandan los Likes y no el sentido común. Infame.
Es cierto, las plataformas sociales nos dieron la posibilidad de presenciar una guerra maldita desde la comodidad de nuestros sillones. Pero las misas plataformas nos están encerrando en la burbuja de nuestros prejuiciosos y aceptaciones. Vivimos una guerra en HD: al final crees lo que quieres.