Un año del pacto habanero | El Nuevo Siglo
Domingo, 26 de Noviembre de 2017

“La población reacciona contra gabelas dadas a Farc”.

Se cumple un año del pacto por la paz entre el Gobierno nacional y las Farc, en La Habana, lapso durante el cual han ocurrido diversos incidentes sin que hasta ahora hayan puesto en serio peligro su finalidad, ni se presente la posibilidad de que el grueso de quienes ayer empuñaron el fusil contra el Estado vuelvan a las andadas. Las Farc habían derivado en un movimiento anacrónico en lo político y en una banda ligada a negocios ilícitos nacionales e internacionales, perseguida por los Estados Unidos. La negociación les permitió lograr que los delitos de lesa humanidad no fuesen juzgados y no pagar ni un día de cárcel. Les brinda toda suerte de ventajas impensables dentro del pensamiento del orden conservador, que no transa la ley.

La creación de la JEP podría derivar en tribunal revolucionario, ventaja suicida que ningún gobierno democrático en el pasado le concedió al bando contrario. Por lo que el fiscal Néstor Humberto Martínez, que es un jurista responsable y respetable, ha emprendido una verdadera campaña por moderar el excesivo y peligroso poder de ese ente judicial, que amenaza convertirse en la espada de Damocles que gravita sobre la testa de la clase dirigente colombiana. No es de sorprender que el expresidente Ernesto Samper diga que acata desde ya la JEP y que renuncia a la eventual inmunidad que pueda tener en ese tribunal por haber regido los destinos del país, puesto que después de representar al socialismo como Secretario General de la Unasur, es conocida su posición política.   

Sorprende que un hombre formado en el estudio del derecho y el ejercicio del mismo, como Humberto de la Calle, hubiese aceptado durante la negociación crear otra corte con poderes casi que ilimitados en su campo, cuando todos sufrimos desde 1991 la experiencia nefasta de la proliferación de cortes, las que junto con la tutela. que la Corte Constitucional extendió a casi todos los pleitos, han minado el verdadero ejercicio de la justicia. Allí se comprueba que los colombianos no aprendemos de nuestra propia experiencia política  El Fiscal Martínez, no está de acuerdo en permitir que los más graves delitos y masacres queden en la impunidad.

Es de recordar que Hobbes sostiene que “los pactos que no descansan en la espada no son más que palabras”. Es aquí donde debemos recordar que varias veces el Gobierno tuvo la oportunidad de hacer del acuerdo de paz un verdadero pacto nacional, que forjara una política de Estado que respetaran los diversos gobiernos. Eso no prosperó por cuanto se prefirió firmar el acuerdo sin resolver las diversas inquietudes de los que habían ganado el plebiscito votando por el No. Quizá, por lo mismo, Humberto de la Calle, en la contienda liberal, donde se esperaba que recibiera copiosa cantidad de apoyos como negociador con las Farc, obtuvo una modesta votación. Lo que demuestra que la población y hasta la misma militancia del liberalismo, reaccionan contra las gabelas que le han dado a las Farc.

No quiere eso decir que se deban incumplir los acuerdos, de lo que se trata es de hacerlos racionalmente posibles y tolerables, para que no se conviertan en otra experiencia frustrada que propicie la violencia. La historia nos muestra que los pactos de paz que se hacen mal, con el tiempo traen la guerra. Tal el caso del Tratado de Versalles, que provocó la indignación del pueblo alemán, y, en cierta forma, el ascenso de Hitler al poder.

Las idas y venidas en el Congreso y en las cortes, sobre las interpretaciones de lo acordado en La Habana y los eventuales cambios, muestran una reacción positiva del poder Legislativo y el Judicial.  En tanto se negocia con el Eln, lo que determina que Juan Camilo Restrepo se mueva con pies de plomo, a sabiendas de que esos subversivos no aceptan menos ventajas que los hombres de ‘Tirofijo’. Mientras, dada la indolencia que nos caracteriza, la clase dirigente lo deja solo.

La situación es más sombría si a la crisis de la justicia sumamos la caída de los precios del crudo y el final del Plan Colombia; nuestras Fuerzas Armadas han visto mermado su presupuesto en un 48%. Altos oficiales de la FAC informan que carecen de combustible para reacciones rápidas que contengan y castiguen alguna acción armada interna o amenaza internacional. Nadie duda que la aviación haya sido el arma decisiva, junto con los comandos del Ejército y la Armada, para doblegar a los subversivos. Helicópteros foráneos con elementos armados espantan en la frontera permeable, cruzan nuestro espacio aéreo e ingresan sin problemas a nuestro solar, tentando nuestra vulnerabilidad.