Ante todo creo que un buen líder no anda diciendo lo bueno que es o peor aún, que él/ella es un líder. Confía en que con su ejemplo puede inspirar y no necesita estar recordándole a la gente ni lo inteligente ni lo bueno que es.
Es ante todo una persona que dice, vive y actúa con la verdad porque tiene la capacidad de carearse con la realidad y en lugar de maquillarla o esconderla elige, por encima incluso de su propia humanidad, vivir con la verdad como una bandera de honor pero sobre todo, de respeto por los demás.
Un líder inspira. Promueve nuevos liderazgos y se alegra cuando hay más personas empoderadas porque comprende que la abundancia es un principio universal que hay que divulgar y que cuando la gente sabe que puede y que se merece vivir mejor, se genera una fuerza poderosa en donde no hay gente que mira hacia arriba y otra hacia abajo, sino que reconoce a los demás como sus iguales.
Un líder no necesita sentir que tiene seguidores para alimentar su ego. Por eso sus palabras y acciones son coherentes. Un líder obvio que tiene seguidores, y si es bueno serán millones, pero sabe que sus palabras pueden sembrar amor o todo lo contrario. A los buenos líderes no les gustan las guerras, ni los enfrentamientos, ni generar resentimiento entre sus seguidores. Un líder no disocia, asocia. Comprende que el trabajo en equipo es más efectivo que el individual y prefiere ver crecer el colectivo por encima de sus propios intereses. Es que al que no es líder se le nota desde lejos el egocentrismo y la necesidad obsesiva de reconocimiento.
Ante todo un buen líder es amable. Y entiéndase esto como la capacidad de despertar amor, pero un amor tranquilo y no una devoción desbordada que conduce a sus seguidores a enfrentamientos innecesarios.
Un buen líder es incorruptible y además no corrompe a sus seguidores. Esa quizá, debe ser su mayor virtud. La otra semana podemos elegir entre un Presidente o un buen líder. Yo prefiero lo segundo, ¿ustedes?