URIEL ORTIZ SOTO | El Nuevo Siglo
Viernes, 21 de Diciembre de 2012

Los jinetes de la corrupción
Los jinetes de la corrupción en nuestro país cabalgan sobre el lomo de los tres poderes públicos de nuestro Estado de Derecho: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Parodiando el artículo 113 de la Constitución Política, galopan individualmente por sus senderos en forma independiente, pero, cuando se trata de repartijas: chanchullos, peculados, saqueos, pensiones fraudulentas, reajuste de salarios injustificados, nóminas paralelas, y, en fin, todo la parafernalia que tenga que ver con el asalto al erario, actúan en forma amigable y de compadrazgo, para no dejar cabos sueltos que los puedan comprometer en el futuro.
Lamentablemente la corrupción oficial es un cáncer de tal magnitud, que desde hace bastante tiempo cogió los órganos vitales de la administración pública, haciendo metástasis en gran parte de la empresa privada y en general, contaminando a todo ciudadano que tenga que ver con algún trámite. No es un secreto que, para obtener un contrato o buenos resultados ante entidad del Gobierno es indispensable presupuestar el: C.V.Y,- cómo voy yo-. Con algunas excepciones claro está.
Qué podemos esperar de un país, donde la majestad de la justicia, representada en las Altas Cortes está permeada por continuos escándalos, empezando por el carrusel de pensiones para magistrados auxiliares, que con solo permanecer 30 días en el cargo, utilizan todo tipo de artimañas para pensionarse con quince y hasta veinte millones de pesos. Si hacemos una revisión de todo el aparato de la justicia, nos llevaremos grandes sorpresas. .
Pero, si por las Altas Cortes y el Poder Judicial llueve, por el Congreso de la República no escampa, allí es donde se cuecen los peores chanchullos que se cometen en el país. No hay Ley de la Replica donde los “honorables congresistas” no cuelguen micos, que muchas veces se convierten en orangutanes.
Para aumentarse los sueldos, buscar prebendas; jubilarse con veinte o treinta millones de pesos, o inventando toda clase de artimañas para robarse el Estado o las Regiones que los eligieron de muy buena fe. Desde luego hay que hacer algunas salvedades.
Lamentablemente las Asambleas Departamentales, Concejos Municipales y Edilatos, no se salvan, en su mayor parte, llevan inoculado el virus de la corrupción, porque ese debe ser el fiel reflejo de sus mayores, los “honorables congresistas” y así deben actuar para gloria de los partidos y movimientos a los cuales pertenecen.
Echémonos una pasadita por los ministerios, superintendencias, e institutos descentralizados; donde muchos de estos organismos actúan como ruedas sueltas,
¿Qué decir de las gobernaciones y alcaldías, con la racha de investigaciones que tienen en su contra los organismos de control? Muchos de estos funcionarios por elección popular se encuentran ad portas de dejar sus cargos, vencidos por procesos disciplinarios y penales.
En conclusión, la corrupción nos tiene acorralados. No hay necesidad de mencionar los descalabros financieros por el caso de Interbolsa, el robo a la salud, y los casi que continuos saqueos y peculados patrocinados desde las altas esferas del Estado.
De nada nos sirve estar dictando normas, leyes, decretos y resoluciones-, para frenar la corrupción, si aún no hemos identificado los jinetes que la controlan, la fomentan y la hacen invisible ante los organismos de control, para impedir ser descubiertos frente a las investigaciones que se adelantan.
Siempre he creído que para combatirla, se hace indispensable, empezar por construir partidos políticos sanos, con amplia participación ciudadana. No pretendiendo por ejemplo, imponer el voto obligatorio, sino, creando conciencia de Partido.
Es que sin llamarnos a engaños, los principales agentes de la corrupción en nuestro país, son los partidos políticos. Su esencia natural y filosófica se encuentra secuestrada desde hace varias décadas. Los partidos políticos actualmente, no son más que grupos de ciudadanos organizados para una simulación democrática, con el fin de usufructuar las prebendas burocráticas y económicas que les otorgan los gobiernos de turno.
Urielos@telmex.net.co