Utopía democrática y revolución | El Nuevo Siglo
Domingo, 3 de Diciembre de 2017

“Sin empuñar armas, revolucionarios pueden desquiciar la democracia”

En Hispanoamérica, en los diversos sistemas constitucionales y en nombre de la sacrosanta libertad, la sociedad burguesa le brinda toda clase de garantías y derechos a los movimientos contestatarios que pretenden destruir la democracia. Nuestros legisladores, suponen que vivimos en la antigua Atenas, por lo que favorecen a los agentes de la revolución con las mayores garantías posibles. En tanto, cuando los radicales de izquierda llegan al poder, desconocen las leyes para intentar eternizarse en el poder. En ocasiones, en vano los demócratas intentan conciliar y seguir las viejas lecciones del Gatopardo, al modificar las reglas de juego para conservar la esencial del entramado político.

Sin que hasta ahora, los demócratas foráneos hayan caído en la trampa de anticiparse a crear un ente judicial como la JEP, que podría convertirse en tribunal revolucionario. Lo que significa que en un momento dado sus miembros podrían volverse contra sus gestores del oficialismo y pedir la cabeza de los mismos cuando éstos ya no estén en el gobierno. Algo que salta a la vista, por lo que es evidente que la JEP no salió del caletre de los negociadores oficiales, sino que surgió por cuenta de los hábiles agentes de las Farc en La Habana, que tenían un proyecto desestabilizador de amplio vuelo y elaborado con meticuloso calculo, sagacidad y audacia.  Por fortuna, en el Congreso han recortado algunas de las facultades de la JEP, lo que no desvanece del todo la amenaza de que ese alto tribunal intente mañana desbordar sus fines.

El socialismo del siglo XXI, en Hispanoamérica,  pone en jaque la sociedad al valerse de sus mismas debilidades y vicios para combatirla. Es el caso de la corrupción, la rapiña, la demagogia y el populismo, en el que se mueven. Males que penetran como bacterias en el sistema político colombiano, que se desliza por las aguas turbias de la corrupción que conducen a la cloaca que ensucia y perturba la política.

Las Farc y sus aliados ven como enemigos de clase a todos aquellos que defienden la democracia y el orden. No comprenden que la izquierda colombiana no tiene en cuenta para nada la caída del muro de Berlín ni de la Cortina de Hierro, ni que el marxismo es una utopía del siglo XIX, que sirvió para alentar las satrapías más terribles y sangrientas del siglo XX. Tampoco atienden que aquí estamos en ciclos de la historia que no corresponden a los de las naciones europeas de Occidente democráticas o las del Este liberado de las garras comunistas. Por lo que la amenaza del socialismo del siglo XXI o el resurgir de esa tendencia en varios países de la región, sigue latente.  Se dan casos de involución como en España, donde los chavistas juegan con Podemos a desestabilizar el sistema.

Analistas de la historia sostienen que en Colombia vivimos tiempos pre revolucionarios, favorecidos por la anarquía que genera la legislación ad hoc de La Habana. Les seduce el mal ejemplo de Bolivia, donde Evo Morales, al que la Constitución le prohíbe de manera taxativa perpetuarse en el poder, lo que no es óbice para que unos “magistrados” de la Corte Constitucional de bolsillo, desconozcan el resultado de un referéndum que prohibió otra reelección; caso parecido al de Colombia donde el gobierno perdió el plebiscito y desconoció la voluntad del constituyente primario.  La noticia no deja la menor duda, Evo Morales se convierte en un sátrapa peor que Melgarejo y otros, que en ese país le precedieron, avalado por una Corte que retuerce la ley y se vale del sofisma para consagrar que: “dejan sin efecto la aplicación de cuatro artículos de la Constitución Política del Estado aprobada en 2009 y desconocen los resultados del referéndum del 21 de febrero de 2016, para avalar la repostulación de Evo Morales por cuarta vez y otras autoridades electas”.

En tanto sostienen en el fallo que: “Declara la inconstitucionalidad del artículo 52 en la expresión “por una sola vez de manera continua”; y en los artículos 64, 65, 71 y 72 en el enunciado “de manera continua por una sola vez de la Ley del Régimen Electoral”. Atentado judicial que desata tumultuosas protestas en todo el país, principalmente en Santa Cruz.

Los revolucionarios, al constituir mayoría en un Tribunal constitucional, como lo predican en la Universidad de Bolonia, pueden desquiciar el sistema democrático, sin necesidad de empuñar las armas.

Nota: Me deleito en estos días lluviosos con el ameno libro de Carlos Rodado Noguera “La Formación de la Lengua Española” obra reflexiva y erudita, que atrapa al lector y brinda la oportunidad de ir a las raíces del idioma del inmortal Cervantes.