Verdadero brillo | El Nuevo Siglo
Sábado, 29 de Octubre de 2022

Todo el mundo quiere brillar, pero nadie quiere que lo pulan.  Sí, esa es la paradoja de la vida: estar llamados a los aprendizajes y resistirnos a las lecciones.

Las fricciones entre los seres humanos son esperables, más en un planeta que como este tiende al caos.  Los egos, necesarios en la infancia para la individuación y la construcción de la personalidad, empiezan a cobrarnos una factura muy alta desde mucho antes de la pubertad.  En esos momentos tempranos se fortalecen los roces entre padres e hijos y, por ende, entre hermanos y amigos; igualmente, se evidencian aún más los efectos del patriarcado en que vivimos: primero, nos afianzamos en la competencia; segundo, enaltecemos la lucha como un valor propio de una cultura orientada al logro a toda costa; y, tercero, consolidamos el juego de máscaras, en el que seguiremos la vida entera si no nos despabilamos.  Lo jugaremos en las familias, la vida laboral, la pareja, los negocios, el entretenimiento… Es el destino de la humanidad. Pero, el destino es un designio hecho para torcerse.

Todo lo anterior hace de la existencia una combinación entre carros chocones y montaña rusa. La única manera para integrar y trascender el ego es aprender con él, ampliar la consciencia y darnos cuenta de que en cada estrellón y bajada del carrito de la vida podemos auto-observarnos para dejar de reaccionar en automático y pasar a actuar desde el amor.  Cada choque y resbalón son formas en que nos frotamos mutuamente unos con otros y, si nos decidimos, antes de opacarnos pueden ser un trampolín para descubrir nuestro propio brillo.  Sí, podemos aprender de una infidelidad, un insulto, un agravio, tanto como de una confrontación en pareja o de un desencuentro con los padres, bien sea iniciado por nosotros mismos o por el otro.

Mientras aprendemos a reconocer que en los choques nos pulimos, la tendencia es a engancharnos, a reaccionar emocionalmente con indignación, rabia, miedo, dolor o angustia y desde esos enmascaramientos continuar la lucha.  También podemos reescribir nuestra propia historia, hacer un alto, respirar y reflexionar desde las siguientes preguntas: ¿para qué me está pasando esto? ¿Qué puedo aprender aquí? ¿De qué maneras puedo resolverlo sin desgastarme? ¿Cuál es el sentido de vivir esto?  Hacernos estas preguntas nos pone de inmediato en un lugar diferente, pues por un lado acotamos la emoción que nos ciega, esa pasión que no nos deja ver, y por otro nos disponemos a encontrar nuevas respuestas. 

No podemos solos: requerimos un apoyo superior para burlar al destino -en introspección, meditación u oración-, salir de la pasión y conectarnos con el amor.  Solamente con la guía divina nos despertaremos para alcanzar nuestro verdadero brillo.

@edoxvargas