Vicente Torrijos | El Nuevo Siglo
Martes, 21 de Junio de 2016

PLANETARIO

Fiel de la balanza

 

EN las próximas horas el Reino Unido decidirá si sigue o no sigue haciendo parte de la Unión Europea.

 

La pregunta que responderán los ciudadanos es muy concreta:

 

¿Debe el Reino Unido continuar siendo miembro de la Unión Europea, o debe dejar la Unión Europea?

 

Y las respuestas, también:

 

1-   Continuar siendo miembro de la Unión Europea.

 

2-   Dejar la Unión Europea.

 

 

De hecho, no es la primera vez que la población es convocada a un referendo semejante.

 

En 1975, tan solo dos años después de haberse integrado en la Comunidad Económica Europea, la gente acudió a las urnas y aunque la votación fue favorable (67%), el escepticismo se puso claramente en evidencia.

 

Eso significa que, ante todo, se trata de un problema de identidad que no se ha resuelto y cuyo referente más importante tal vez ha sido la Segunda Guerra Mundial.

 

En efecto, a lo largo de su historia, el Reino ha funcionado como imperio, es decir, desempeñando un papel preponderante en la sociedad internacional.

No se ha subordinado a otros, ha asumido un rol protagonista en el globo y ha influido sensiblemente en el destino europeo.

 

Al estar situada en Europa, pero no en territorio continental, su particular privilegio geográfico y su perspicacia política han desembocado en una conducta estratégica sobresaliente.

 

Esa conducta ha sido, precisamente, la de fiel de la balanza en el siempre crítico equilibrio de poder europeo.

 

Dicho de otro modo, es en ese perfil geopolítico que el Reino Unido ha construido su identidad estratégica, su razón de ser como Estado.

 

Y cuando no ha sabido, o no ha podido desempeñarse adecuadamente al respecto, las experiencias han sido traumáticas, tal como sucedió durante el periodo entreguerras con el expansionismo nazi.

 

En resumen, el Reino ha sido un Estado preeminente y, aún inmerso en la globalización, es apenas natural que no se haya sentido cómodo haciendo parte de un proyecto liderado por alemanes y franceses.

 

Entonces, si el experimento integrador ha sido útil, presumiblemente lo ha sido para que los ciudadanos redescubran y fortalezcan esa identidad estratégica, incluso reconociendo sus propias limitaciones estructurales, esto es, el ánimo separatista en Gales, Escocia e Irlanda del Norte.

 

Y precisamente porque se trata de un problema de identidad estratégica, lo más probable es que este jueves triunfe la salida de la Unión en beneficio del restablecimiento pleno del equilibrio de poder perdido.