VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Martes, 17 de Abril de 2012

Destino manifiesto

 

Entrevista concedida a un diario brasileño.

¿Cree, como el presidente Santos, que las Farc están cada vez más aisladas y no tienen otra opción que dialogar?

El Presidente cree que las Farc quieren dialogar porque están débiles, pero es todo lo contrario. Ellas quieren dialogar porque se sienten en capacidad de conducirlo a una trampa en la que él tendría que concederles buena parte del control del Estado. Santos cree que está genéticamente predestinado para hacer la paz en Colombia. Las Farc lo saben, y lo estimulan.

Las encuestas muestran que está perdiendo aceleradamente puntos de favorabilidad, así que, probablemente, piensa que una gran campaña de opinión por “la paz” le podría garantizar la reelección, a despecho de las “maquinarias políticas”.

Las Farc mataron a varios militares en los últimos días y divulgaron un vídeo en que aseguran estar fuertes. ¿Cómo mira eso?

Lo que Santos no ha querido comprender es que las Farc seguirán empleando la violencia como metodología política aun si firman acuerdos con él frente a multitud de testigos.

Las Farc le están diciendo que el conflicto es muy costoso, que él puede ser el “gran pacificador” de Colombia y que por eso lo mejor es negociar, pero saben que sólo recibirán más y más concesiones jurídicas, estatus político, reconocimiento internacional y poder real si exhiben su fuerza de manera contundente saturando a Santos con atentados, explosiones, emboscadas, sabotajes, presiones diplomáticas y movilizaciones populares.

Las Farc conocen perfectamente la psicología de un gobernante como Santos: su egocentrismo disipado, sus obsesiones políticas, sus ilusiones históricas, su propensión al riesgo... y lo explotan magníficamente.

¿Cómo cree que se desenvolverá el conflicto en Colombia? ¿Cree que las Farc bajarán las armas?

Las Farc no dejarán las armas porque en ellas basan su identidad y esa identidad permanece intacta.

Y permanece intacta porque con sus contactos en la sombra y sus prenegociaciones, lo único que Santos está logrando es desmoralizar a las tropas y desconcertar a la población que no entiende si los terroristas son o no son realmente los enemigos.

En otras palabras, Santos está permitiendo que la guerrilla ataque directamente su centro de gravedad: la legitimidad en la lucha contra el terror.

Ganar la legitimidad, es decir, el apoyo popular y la unidad entre el Ejército y la población contra una amenaza percibida de la misma forma, cuesta mucho esfuerzo tanto en el campo político como en el militar.

Pero con un solo gesto de pusilanimidad o dubitación hacia los terroristas, o con una sola concesión estratégica, esa legitimidad puede perderse por completo.

Y eso es lo que Santos está consiguiendo. Pero no ha querido entenderlo.