VÍCTOR CORCOBA HERRERO* | El Nuevo Siglo
Miércoles, 2 de Enero de 2013

La esperanza nos da vida

Mientras  hay vida hay esperanza. Es un dicho que, a mi juicio, entronca con el ser humano, aunque Nietzsche la llamase la virtud de los débiles. Por supuesto, la realidad es la que es, y vivimos tiempos espinosos que nos llevan a una banalidad increíble, donde la desorientación y la desesperanza nos dejan sin fuerzas para ilusionarnos, pero pienso que nunca es tarde para rectificar y comenzar de nuevo.

Debemos saber que no todo está perdido en los momentos de dificultad. Sin embargo, es humano que cuando las malas noticias se suceden nos domine la ansiedad o cuando las desgracias nos afecten directamente, estemos desanimados. Esto puede suceder en la vida de cada uno de nosotros. También en la misma sociedad, en su contexto social.

Necesitamos transmisores de ilusión. Una luz se apaga pero otras se encenderán. No se entiende la vida sin expectativas. Será cuestión de labrarlas. Y en este trabajo todos tenemos que colaborar, cada uno desde sus misiones y responsabilidades, para que esa labor trascienda a todo el mundo, superando cualquier tipo de interés mezquino.

Pienso que nos movemos por destellos de esperanza. Huyendo de las guerras o de la precariedad en la que se vive, muchos seres humanos movidos por la esperanza de un porvenir mejor, buscan otros países donde iniciar una nueva vida. El ejemplo de la joven Amanat, violada y torturada en un autobús en Nueva Delhi a mediados de diciembre pasado, debe ayudarnos a meditar sobre tantas violaciones y violencias sembradas. Nuestra esperanza debe encaminarse a reavivar un espíritu pacifista, desde el ejemplo personal de una recta actitud interior, para que se proyecte también hacia fuera en acciones coherentes y en comportamientos como la serenidad, el equilibrio, la superación de los instintos.

La esperanza, como decía el poeta latino Ovidio, realmente hace que agite el naufrago sus brazos en medio de las aguas, aun cuando no vea tierra por ningún lado.

Son tiempos de esperanza. Solo la convicción puede injertarnos la pujanza y el aliento necesarios para alcanzar las deseables metas, para consumar nuestras ilusiones. Tenemos que despojarnos cuanto antes del rencor y la venganza, dejarnos guiar por un espíritu universalista y emprender un camino hacia la fraternidad. Es cierto que todos los seres humanos somos diferentes, que pensamos el mundo de manera distinta y que no tenemos las mismas creencias, pero, a pesar de ello, a toda la humanidad nos une un mismo afán, el de una dignidad y grandeza común para la especie.

No olvidemos que alrededor de la ilusión siempre hay caminos para la unidad. Al igual que, en cada aurora, siempre hay un vivo poema de luz que nos despierta, pensemos en reavivar el espíritu de la concordia. Hemos sobrevivido a multitud de tragedias, hemos pasado calamidades y penurias, somos el vivo testimonio de que nos sostiene la esperanza, que no desfallecemos en impulsar una historia de cooperación y verdadera solidaridad.

Esperanzar al ser humano que ha padecido el hambre, la ignorancia y la enfermedad, el desamor y la injusticia, que ha sufrido con todo y por todo, es también una manera de llenar su corazón.

corcoba@telefonica.net

*Escritor