VÍCTOR CORCOBA HERRERO* | El Nuevo Siglo
Jueves, 3 de Abril de 2014

Las leyes humanitarias

 

Sabemos  que el uso de la violencia es inaceptable. Ya, en su tiempo, el perenne político y pensador indio Mahatma Gandhi llegó a decir que “quisiera sufrir todas las humillaciones, todas las torturas, el ostracismo absoluto y hasta la muerte, para impedir la violencia”. Desde luego, debiéramos hacer algo para que los desafíos sangrientos nos abandonasen. La humanidad ha de propiciar otros cultivos más armónicos, otras atmósferas más pacíficas. Por otra parte, las leyes humanitarias internacionales están para ser cumplidas. No se pueden imponer cercos, como sucedió en Siria, que pongan en peligro vidas humanas. La espiral de violencia desatada en Ucrania tampoco tiene justificación. No cabe duda que vivimos tiempos de conflictos entre personas, grupos étnicos y religiosos, gobiernos y naciones, intereses económicos y políticos, pero jamás se pueden solventar si respondemos con más fanatismo.

Está visto que la lucha armada como vía para cambiar la sociedad es una tremenda necedad, que lo único que hace es acrecentar la agresividad, el resentimiento y la irracionalidad permanente. Los líderes deben ser conscientes de la relación directa que hay entre sus palabras y las acciones de sus seguidores, y deben entender que se les pedirá responsabilidades por las violencias avivadas que hayan ordenado, inducido o solicitado. 

Grave es la responsabilidad de aquellas políticas que propician el rencor y el resentimiento como motores de lucha. Al igual que es peligrosa la actuación de aquellos poderes que reducen al ser humano a dimensiones puramente de mercado, contrarias a su dignidad. Sin negar la gravedad de muchas contrariedades impuestas y la injusticia de muchas situaciones, es imprescindible en estos momentos proclamar una defensa tajante de los derechos humanos con los medios necesarios y los métodos posibles. Una especie que retrocede en los valores del comportamiento de la persona, difícilmente va a progresar humanamente.

El diálogo nunca está demás, sobre todo para que cesen las hostilidades en nivel mundial. Consecuentemente, hemos de apostar por sociedades pacíficas que, abrazadas a la diversidad, se complementen en una apuesta decidida por la justicia. Precisamente, la violación de dicho orden de justicia es lo que genera todo tipo de brutalidad y barbarie. Evidentemente, Naciones Unidas es una acertada vía de negociación para conseguir que la cooperación entre naciones sea posible. Por desgracia, los hechos violentos han tomado posiciones en diversos escenarios.

Obviamente, nos merecemos un espacio más conciliador y menos salvaje. Para ello, tenemos que abrazar otros horizontes más auténticos y tomar  otros caminos, donde tengamos asegurado más que el pan, el genuino amor de cada día. Dicho queda.

corcoba@telefonica.net

*Escritor