Víctor G. Ricardo | El Nuevo Siglo
Miércoles, 19 de Agosto de 2015

“Comienza en la familia, si en esta hay respeto” 

VISIÓN DE REALIDAD

La paz es de todos

 

HE  venido insistiendo en la importancia de que el Gobierno establezca un programa que lleve a construir una cultura por la paz. A través de un programa ambicioso debe pretender que no solo los estudiosos o responsables del tema estén informados y comprometidos con la paz de Colombia. Se debe pretender que los niños, los jóvenes, estudiantes. funcionarios, profesionales y ciudadanos en general, puedan recoger un acervo de conocimientos y reflexiones que les permita tener una visión amplia de la compleja realidad que caracteriza la violencia en nuestro país y de las salidas que hoy se plantean desde la mesa de La Habana.

Para la concepción de ese esfuerzo se debe partir de una verdad real: podemos tener la seguridad de que la paz comienza en la familia; si en esta hay respeto, si el ambiente familiar permite el libre desarrollo de la personalidad, las relaciones sociales estarán impregnadas de generosidad y de patriotismo. Los derechos de los niños, comenzando por el derecho a la vida, son a diario vulnerados en todos los rincones de la patria. Hay que trabajar para que no haya más niños asesinados, maltratados, violados, desplazados o reclutados por los grupos alzados en armas. Una sociedad que no respeta a sus niños, está condenada. La mayoría de los conflictos en nuestra sociedad se traducen en violencia, por nuestra incapacidad de comunicarnos de manera racional, tolerante y generosa. La educación para la paz debe ilustrar sobre la resolución pacífica de conflictos y de las técnicas para la comunicación no violenta, lo cual constituye el aspecto esencial y de relieve en un programa de educación para la paz. Y precisamente el tema de negociación pacífica del conflicto en nuestro país es una aplicación práctica de los principios sobre comunicación no violenta y resolución concertada de la confrontación que padece nuestro país desde hace ya 50 años. Por todo lo anterior el proceso de paz debe ser la consolidación de un Estado Social de Derecho, donde prevalezca el respeto por los derechos de todos y de cada uno, construido en un marco de verdad, justicia y reparación de las víctimas. Si no es así solo tendremos una nueva frustración que empeorará y profundizará la violencia y el odio. Colombia está llena de inteligencia, de conocimiento, de trabajo dinámico, pero nos hace falta crear condiciones de confianza , de seguridad en el presente y en el futuro y los gobernantes deben recuperar la credibilidad en ellos.  De allí la gran responsabilidad que tiene el Gobierno de construir un programa que lleve a la cultura de la paz, donde todos sintamos que estamos participando.