Víctor G. Ricardo | El Nuevo Siglo
Miércoles, 30 de Marzo de 2016

'Platos sucios, lavémoslos en casa”

 

DURANTE algunos años tuve la oportunidad y privilegio de servir como diplomático a nuestro país y en todas las misiones en las que presté servicio entendí que la labor más importante de quienes representan una Nación es dar a conocer las maravillas de su gente, su cultura y territorio así como ser siempre ser fiel a la Patria, para lo cual es muy importante ser un colombiano convencido y comprometido. Nuestro país durante muchos años, y con él nuestros nacionales, hemos sufrido el estigma del narcotráfico, la violencia y la inseguridad que han dejado décadas de malas noticias, muchas de ellas expandidas por nosotros mismos,  lo que ha hecho que nos miren con desconfianza y resquemor en las fronteras e inmigraciones de tantos sitios.

 

Para un colombiano sacar una visa  supone además de un esfuerzo físico y económico por todos los trámites que hay que seguir, un estado de estrés mientras se recibe la buena noticia de que le ha sido autorizada. Ello me recuerda la capilla de los exámenes finales en el colegio o la universidad, a la espera de la noticia de su aprobación. El trabajo que los distintos gobiernos han realizado para cambiar esta imagen ha sido arduo y un fruto de ello fue el levantamiento del requisito de visado Schengen en el territorio de los países que comparten esta política de entrada, entre ellos España.

 

Sin embargo queda mucho por hacer y algunas veces volvemos a la tentación de exportar una mala imagen,  como sucede con las telenovelas que venden vidas de narcos o prostitución. Es importante tomar conciencia que a los ojos de los extranjeros lo que allí se vende es la realidad de nuestro país, nada más alejado de la verdad porque los colombianos hemos sufrido y luchado por cambiar años de terror y seguimos en el camino para buscar reconciliación y alcanzar el tan anhelado futuro de seguridad y paz. Por este motivo sorprende que frente al esfuerzo que ha supuesto limpiar esa imagen, para que hoy se hable de Colombia como un lugar óptimo para el turismo, la inversión y se nos busque como socio estratégico en la región, sean los escándalos sexuales y la corrupción la que vuelva a ser tema de conversación para los extranjeros o que se dé el caso de personalidades que tratan temas controversiales de política interna en escenarios internacionales.


Creo que es conveniente que hagamos un ejercicio de autocensura y apliquemos el viejo refrán que alerta sobre la importancia de lavar los trapos sucios en casa. No echemos por la borda años de trabajo incansable para posicionar a nuestro país en el escenario mundial como exportador de talento y buena materia prima; no recaigamos en la imagen de república bananera, caudillismo y dudoso ejercicio del poder. Creemos espacios de diálogo, ejerzamos la oposición de manera responsable, critiquemos constructivamente y, por sobre todo, actuemos responsablemente y de la forma en la que lo haríamos si de nuestra casa se tratara. Recordemos que construir es difícil, nos ha costado trabajo y tiempo, mientras que destruir es cuestión de segundos y acaba con la imagen de todo un pueblo que no merece seguir cargando con la cruz que hasta ahora se nos ha impuesto.