Victor G. Ricardo | El Nuevo Siglo
Miércoles, 6 de Abril de 2016

¡Incertidumbre!                   

LOS hechos sucedidos la semana pasada ameritan nuestra reflexión. El primero de ellos es el anuncio del inicio de negociaciones con la guerrilla del Eln, un grupo armado con marcadas diferencias con las Farc que deben ser tenidas en cuenta al momento de avanzar en el dialogo. Tal es el caso de su agenda, más ligada a temas de minerales y petróleo, o la elección que tradicionalmente han hecho de sus interlocutores en temas de paz, eligiendo  líderes comunitarios, por lo que cualquier acuerdo con este grupo supondrá una gran participación de la comunidad con agendas sociales y económicas regionales y diversificadas, y recordar que su autoridad no es centralizada, lo que en el pasado hizo que fracasaran los diálogos por diferencias y visiones distintas entre sus miembros. Sin embargo hay que resaltar un importante avance y es que en esta ocasión, por primera vez, expresan su decisión de dejar las armas. Preocupante sí que hayan pactado como sede de las negociaciones un país limítrofe.

En segundo lugar, la noticia de la decisión del Gobierno de no hacer racionamiento eléctrico hace dudar sobre el manejo que dio el Ministro a la crisis energética, al debate sobre la ineficacia en las políticas para evitar la crisis y la costosa inversión en el sector que no pareció suficiente y que llevó a decisiones de última hora. Esperamos que este anuncio no se modifique en los próximos días. 

Otro hecho para reflexionar es el paro armado liderado por el clan Úsuga, un grupo narco-paramilitar que puso en jaque al país y sembró el terror en varios municipios dejando nueve policías muertos además de daños económicos. Fueron aproximadamente ocho días en los que este grupo coaccionó a los habitantes de distintos departamentos y revivió el fantasma del miedo. Un hecho de enorme gravedad que no permite que se pase por alto, pues demostró fragilidad en nuestro Estado y falta de reacción en la defensa del orden y el Estado de Derecho. Pero más aún muestra la necesidad de tomar decisiones para acabar con estos grupos, no sólo por la seguridad de los ciudadanos sino por tratarse de un requisito de seguridad que exigirán las guerrillas sentadas en la mesa de negociación para hacer dejación de las armas. Y más grave cuando los cultivos ilícitos en el país han crecido enormemente, lo que nos puede llevar de nuevo a narcotizar nuestra agenda nacional e  internacional.

Y, por último, debemos referirnos a las marchas del pasado 2 de abril, en las que un importante porcentaje de colombianos desfiló por las calles de distintas ciudades para mostrar su inconformidad con las políticas del Gobierno. Es menester que el Gobierno aúne esfuerzos para construir un clima de paz y confianza ya que  los ciudadanos están cansados de la corrupción, de la falta de información, del rumbo que está tomando la economía y de tantas otras cosas que no da espacio para denunciar. Por ello se requiere trabajar en un modelo de transparencia que permita que tanto los procesos de paz como las grandes reformas se puedan realizar de manera sólida y duradera.