Las preferencias sexuales o los hábitos no tienen por qué importarle a nadie ni afectar a nadie siempre y cuando se trate de un ciudadano cualquiera. En ese caso, estos y otros aspectos son irrelevantes, pertenecen a la esfera privada y nadie debe cuestionarlos o burlarse.
La línea roja aparece cuando se encuentra la vida privada y los gustos personales en cabeza de la primera figura pública de cualquier Estado convirtiendo automáticamente cualquier actuación suya en un acto público.
Hechos recientes como el debate Biden - Trump o la supuesta caminata nocturna de Petro, con dudosa compañía, por las calles de Panamá, ponen de presente esa línea roja y recuerdan que hay una distancia muy grande entre la vida privada de cualquier ciudadano y la “vida privada” de quien está revestido con la dignidad presidencial. Este representa un país y dicha circunstancia no tiene límites de tiempo, modo ni lugar. Es decir, la vida privada de un presidente no existe y por la misma naturaleza de sus funciones es una vida pública.
Entones, la familia Biden y el mismo partido demócrata son los que tienen que responder moral y éticamente por haber sobrepuesto la política ante la dignidad de un ser humano.
En el caso del presidente de Colombia también es válido cuestionar por qué se antepusieron sus gustos e intereses personales sobre la dignidad de quien representa la primera magistratura de Colombia encarnada en la institución del presidente de la república Esto, independientemente de que les guste o no el presidente.
Se trata del sucesor de José Miguel Pey Andrade primer presidente que registra la historia de Colombia. Y esa condición la debe tener presente cualquier ciudadano que resulte ser elegido presidente de Colombia. Precisamente al dejar a un lado ese privilegio de ser un ciudadano cualquiera, para investirse como presidente de toda una nación, tácitamente acepta dejar de lado su vida privada y está obligado a tener un comportamiento acorde con la majestad que representa en todo momento, tiempo y lugar.
Vaya casualidad… hace 100 años, también en Panamá, el señor José Vásquez Cobo más conocido como Pepe Botella y hermano de Alfredo Vásquez Cobo, ministro de guerra de Marroquín, protagonizó un hecho similar, recordémoslo:
Pepe Botella era el jefe militar de Panamá y había sido expatriado de Bogotá para que no acabara con la imagen y reputación de su hermano Alfredo quien era miembro del gabinete de Marroquín.
Pepe Botella, en los albores de la separación de Panamá, se hizo famoso porque muy pasado de copas -no por nada el apodo era Pepe Botella- tuvo la osadía de desfilar a caballo con una prostituta desnuda por las calles de Panamá. Imagínense la escenita…
Recuerdo esto porque cae ahora como anillo al dedo y porque desde hace 100 años ya se tenía muy claro que quienes ejercían la presidencia de Colombia y los miembros del gabinete tenían que cuidar muy bien su imagen para no arrasar con la dignidad que representaban.
La verdad sobre la supuesta aventura en Panamá la conocerán dentro de otros 100 años…
Juanfelipereyes@hotmail.com