Wólmar Pérez Ortiz | El Nuevo Siglo
Viernes, 10 de Julio de 2015

 

“¿Será que algún día se reactiva el tema?”

EL DIFERENDO

Derechos sobre el Golfo de Coquibacoa

 

DESCONCIERTO  venía generando en la opinión pública nacional la decisión del Gobierno de Venezuela de crear unas “Zonas Operativas de Defensa Integral Marítimas e Insulares (Zodimain)”, que incluía áreas marítimas pendientes por delimitar con Colombia, mediante el Decreto No, 1787 del 26 de mayo de 2015.  Por fortuna, el pasado 7 de julio expidió el Decreto 1859, revocando el anterior, mediante el cual reproduce el esquema de la “Zodimain, pero sin las coordenadas para el patrullaje venezolano.  Si bien el nuevo decreto dice que “no tiene por objeto fijar límites territoriales, establecer delimitaciones, ni proceso alguno de demarcación…”, debe inquietar a Colombia el hecho de que el decreto revocado pudo haber sido inspirado, al parecer, por las fuerzas armadas, que es el estamento dominante en Venezuela.

Recordemos que el largo recorrido de nuestras diferencias limítrofes con Venezuela se remonta a la época de la disolución de La Gran Colombia, a los gobiernos de Páez y Santander. En el Tratado Pombo-Michelena de 1833, que, afortunadamente, no ratificó el Congreso de Venezuela, Colombia, por cuenta de la deficiente cartografía de la época y de la falta de conocimiento directo de este territorio, prácticamente cedía la costa oriental de La Guajira hasta el Cabo de la Vela.  Y el Congreso de Venezuela no lo ratificó porque Colombia no cedió a San Faustino de los Ríos -hoy corregimiento de Cúcuta- que reclamaba el hermano país con el argumento de que había sido jurisdicción de la antigua provincia de Maracaibo. De ahí les quedó la equívoca idea a los venezolanos de que parte de La Guajira es jurisdicción de ellos. 

Luego de diferentes intentos de negociación directa, Colombia y Venezuela acordaron someterse al arbitraje del rey de España, cuyo fallo se divulgó en 1891 por la reina María Cristina, y al laudo arbitral de la Confederación Helvética de 1922; instrumentos estos que fueron el sustento del tratado de límites terrestres de 1941.

En 1952, mediante nota diplomática, que no es un tratado, el Gobierno de Colombia le reconoce a Venezuela soberanía sobre el archipiélago de los Monjes que queda a 19 millas de la costa colombiana y 46 de la venezolana.

Sobre la plataforma continental, Colombia ha defendido la tesis de la línea media, en aras de la equidad, a menos que haya circunstancias especiales que justifiquen otra delimitación, y Venezuela defiende la tesis de la prolongación de la frontera o de la costa seca. 

Con el transcurso del tiempo, llegamos hasta la “Hipótesis de Caraballeda”, mediante la cual Colombia aceptaba el paralelo de Castilletes como línea limítrofe. Este fue el último intento serio de negociación directa que los medios de comunicación de Venezuela terminaron frustrando.

El tema del diferendo, en la práctica, quedó congelado hasta comienzos del gobierno Barco en 1986.  Luego sobrevino el conocido incidente de la corbeta Caldas en 1987. Y en los años 90 se conformó una Comisión Binacional Negociadora que hace varios años no se reúne. ¿Será que algún día se reactiva? Porque el estado actual solo le conviene a Venezuela.