“El canto del Auricanturi”, una película que habla de la unión familiar | El Nuevo Siglo
UNA HISTORIA íntima de amor maternal que se desarrolla en medio de un pueblo espectral. Fue grabada en Cundinamarca, Boyacá y Nariño.
Cortesía Prensa
Sábado, 26 de Agosto de 2023
Redacción Cultura

ESTA PELÍCULA es una producción de mutokino (Colombia) en coproducción con Gema Films (Argentina), con el apoyo de Proimagenes Colombia, Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales - INCAA (Argentina), Programa Ibermedia.

Ya se encuentra en las salas de cine nacional la película “El canto del Auricanturi”, dirigida por la colombiana Camila Rodríguez Triana, el cual tuvo su estreno mundial en la 57 edición del Festival de Cine Internacional de Karlovy Vary.

En conversación con EL NUEVO SIGLO, la directora Camila Rodríguez Triana, reveló que la inspiración para su primer largometraje de ficción fue darse cuenta de que “no existe otra relación para la que se necesite un acto de generosidad tan grande como ceder el propio cuerpo”.

EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo describir esta película?

CAMILA RODRÍGUEZ TRIANA: Para mí la palabra es la resiliencia. La elección de la vida aún ante la violencia y el dolor. La generosidad que impulsa a estas dos mujeres a realizar actos de reparación a pesar de su dolor y su trauma. Por un lado, Alba no puede hablar como parte del trauma y el dolor que le dejó la violencia. Su rostro, su cuerpo, sus movimientos, su silencio nos hablan de eso que le sucedió. Aun así, ella decide dedicar sus días a actos de reparación: ha reparado todos los objetos rotos de su casa, repara las ropas que encuentra en los huecos que hace en el bosque, cuida de un huevo y con ese huevo cuida de la promesa de una vida que está por nacer.



Por el otro, Rocío regresa a ese pueblo para reencontrarse con su madre. Está embarazada y se siente sola. Ella se esfuerza por reconstruir la relación con su madre, por encontrar una forma de volver a comunicarse con ella, por comprenderla y en ese encuentro va descubriendo que ellas dos nunca dejaron de estar comunicadas.

ENS: El silencio de la madre “le habla” muy fuerte al espectador, ¿cómo lo logra?

CRT: Yo tengo un interés por la comunicación no verbal. Me interesa mucho lo que comunica el cuerpo en sus posturas, en su ritmo, en sus gestos, en la relación con otro cuerpo, con los objetos y el espacio. Es algo que he trabajado hace varios años. Todos los personajes los trabajo siempre en un gran porcentaje desde esa comunicación no verbal en la relación con lo que pueden decir y con lo que no pueden decir en palabras. Para mí es muy importante eso que no se dice y la manera en que eso se revela. En eso que no se dice está el misterio, que es algo por lo que yo siento mucha fascinación. Para mí, el espíritu vive en ese espacio donde habita el misterio y en la relación de complementariedad de los opuestos. Esto es algo que está presente en todo mi trabajo.

ENS: ¿Dónde se rodó la película y cuánto tiempo tomó?

CRT: Nosotros recorrimos parte de Cundinamarca, Boyacá y parte de Nariño buscando la locación de la película. Queríamos un pueblo pequeño, de clima frío, con niebla, que tuviera la sensación de haberse quedado detenido en el tiempo: calles de tierra, casas con texturas de humedad, con pintura descascarada, texturas de tierra, rodeado de bosques y montañas. Teníamos la claridad que en esta película los espacios eran testigos de la historia acontecida en ellos y en ese sentido se volvían personajes de la película. En esos recorridos nos encontramos con un pueblo de Nariño llamado Santander. Un pueblo que transmitía ese misterio, esa sensación de tiempo transcurrido. Después en el proceso de estar allí y trabajar con sus habitantes descubrimos que en el pasado este pueblo había vivido la violencia, que estaba marcado y que sus habitantes conocían el dolor y el miedo. El rodaje duró cuatro semanas, pero el proceso de trabajo con los actores y la preproducción en general fue de alrededor de un mes y medio.