El Prado expone “Darse la mano” y recupera la escultura policromada | El Nuevo Siglo
LA MUESTRA acoge en sus salas un paso procesional, titulado “Sed tengo”, de Gregorio Fernández, procedente del Museo Nacional de Escultura de Valladolid. /Foto: Museo del Prado
Lunes, 18 de Noviembre de 2024
Redacción Cultura

EL MUSEO del Prado inauguró, ayer, la exposición “Darse la mano” en la que recupera la escultura policromada barroca con cinco piezas inéditas, que se mostrarán por primera vez al público, tal y como se señaló en rueda de prensa el director del Museo del Prado, Miguel Falomir.

Además, la muestra acoge en sus salas un paso procesional, titulado Sed tengo, de Gregorio Fernández, procedente del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, y que permite al público entender la alianza entre la escultura y el color para persuadir religiosamente a los fieles en la Edad Moderna.

“La alianza entre la escultura y el color terminó por hacer eficaces las obras de procesión. Además, permiten entender la complejidad de estos motivos a la hora de la composición. No son obras de rectángulo que solamente tenían que tener una cara o un perfil, sino que se podían ver desde diferentes lugares y con luces distintas también”, señaló en rueda de prensa el comisario Manuel Arias, jefe de Departamento de Escultura del Museo del Prado.

Para esta exposición, la pinacoteca adquirió recientemente las obras “Buen y Mal ladrón”, de Alonso Berruguete, “San Juan Bautista”, de Juan de Mesa, y “José de Arimatea” y “Nicodemo”, pertenecientes a un “Descendimiento” castellano bajomedieval.

Capítulos

La muestra, dividida en siete capítulos, reflexiona sobre el éxito de la escultura policromada barroca y su complementariedad con la pintura, mediante casi un centenar de obras (41 esculturas y 35 pinturas). “Las esculturas estaban pensadas para convencer, pero esto no lo inventó el barroco español, sino que esto ya venía de atrás. Y, precisamente, esa es la razón de incorporar escultura clásica, para buscar esas raíces que nos hermanan y nos hacen herederos del mundo latino”, ha explicado el comisario.

“La policromía no solamente era capital, sino que era lo más caro, porque empleaba oro y otra serie de materiales y porque daba la vida a la escultura. Sin embargo, ha quedado absolutamente relegada”. Uno de los aspectos que más resalta la muestra es la importancia del color para terminar de dar significado a las obras. El comisario ha remarcado que el color en las esculturas “no es un ornamento”, y que es un asunto imprescindible para acentuar los valores dramáticos de las creaciones. “La escultura es un cuerpo muerto si no tiene color, es un cadáver”, ha comentado Arias.

Hasta el 2 de marzo de 2025 estará exhibida “Darse la mano. Escultura y color en el Siglo de Oro”, una exposición que reflexiona sobre el éxito de la escultura policromada barroca y su complementariedad con la pintura. Lo hace mediante una espectacular escenografía que acoge casi un centenar de esculturas de grandes maestros como Gaspar Becerra, Alonso Berruguete, Gregorio Fernández, Damián Forment, Juan de Juni, Francisco Salzillo, Juan Martínez Montañés o Luisa Roldán. Junto a ellas, pinturas y grabados que, como en un juego de espejos, las emulan o reproducen, y piezas clásicas que dan testimonio de la importancia del color en la escultura desde la Antigüedad.

Piezas escultóricas

Por su parte, Falomir manifestó que una de las lecciones de “Darse la mano” es comprobar lo anacrónico que resulta “separar la cultura de este tipo de esculturas”. “Es una exposición absolutamente fascinante”.

Falomir adelantó que, en los próximos meses, el Museo del Prado va a realizar una reordenación de algunos de los ámbitos escultóricos más importantes en busca de un mejor diálogo permanente con las obras pictóricas.

“Son muchas las esculturas que van a encontrar acomodo en la colección permanente. Eso va acompañado de este esfuerzo que llevamos haciendo en los últimos años con esculturas de bronce y mármol y ahora esculturas policromadas”, afirmó.