“El traductor es el picapedrero de la cadena literaria” | El Nuevo Siglo
Profesor francés Francois Bogliolo, traductor. /Fotos: Cortesía Mario Jaramillo
Viernes, 16 de Febrero de 2024
Vicente Arienzo

Un solo libro verdadero y tres títulos distintos. La obra del colombiano Mario Jaramillo, que originalmente se tituló Albert Camus y su viaje clandestino a Menorca, sale ahora con otros dos títulos: El mar de Camus y, en francés, Albert Camus et son voyage clandestin à Minorque. En efecto, se trata de una nueva edición de esta novela que narra el viaje de Camus a la isla de Menorca, tierra de sus antepasados. Una historia con ingredientes de amor y suspenso, de poesía y filosofía. La nueva edición la publica la editorial española La Huerta Grande y la francesa Domens. La traducción fue realizada por el catedrático de literatura comparada François Bogliolo, novelista y, además, editor de un libro sobre Albert Camus. Aquí él cuenta cómo un francés, nacido en Argelia, enfrentó la traducción sobre otro francés, también nacido en Argelia, de una obra escrita por un colombiano que vive en España.

EL NUEVO SIGLO: ¿Nota alguna influencia de Albert Camus en la literatura colombiana?

FRANÇOIS BOGLIOLO: Yo recordaría la notable influencia de Camus sobre el Nobel colombiano, influencia reconocida por él, en estilo, sus primeras obras y temática: la más evidente fue el interés de Gabo por las pestes, mejor dicho, la epidemia como metáfora de la violencia (La mala hora). Claro que también podría citar “Historias perdidas”, artículo publicado en El Espectador en febrero de 1983, en el cual resume El malentendido de Camus.

Un político citaría las frases de Camus defendiendo a Eduardo Santos en el París de 1955, “Homenaje a un periodista exiliado”. Camus elogió tanto la valentía demostrada por Santos cuando Rojas Pinilla clausuró El Tiempo, como la actitud de Santos, primer mandatario: “Lo que le da a su resistencia su verdadero significado, es que, bajo las mismas circunstancias, cuando era el respetado presidente de Colombia, usted no solo no utilizó el poder para censurar a sus adversarios, sino que no suprimió los periódicos de sus enemigos políticos. Ese solo hecho basta para que reconozcamos en usted a un auténtico hombre libre”. O sea, un ejemplo excepcional en el mundo de entonces. En el de hoy, quizás también.

ENS: ¿Qué características destaca de Camus y su viaje clandestino a Menorca?

FB: Tiene una particularidad: este “viaje clandestino”, totalmente imaginado, hubiera podido ser planeado y realizado por el verdadero Camus. O sea, que todo es verdad, aunque todo es mentira.

Verdad, ya que la abuela materna del futuro premio Nobel nació en Sant Lluís, Menorca. Verdad, porque Camus consideraba a España como su segunda patria; poner sus pasos en los de sus antepasados maternos lo hubiera realizado; sabemos que fue al cementerio de Saint-Brieuc para abarcar toda la herencia paterna. También realizó un viaje a Mondovi, pueblecito costero al lado de Annaba, para ver la casa donde nació en 1913. Además, con este supuesto viaje ‒ya que nunca quiso Camus poner el pie en la España franquista‒ el personaje rinde un acertado homenaje al pueblo menorquín que emigró a Argelia, principalmente en el siglo XIX. Regresa Camus a la tierra de los pobres, a la pobreza de sus orígenes, de la cual dijo: “Se puede tener ‒sin romanticismo‒ la nostalgia de una pobreza pérdida”. Destacaría yo la empatía camusiana con la isla y el destino de sus gentes.

ENS: ¿Cuáles fueron los principales problemas en el momento de traducir la novela?

FB: El uso de algunas palabras, más bien regionalistas, pero el principal resultó ser el del tono, del ritmo muy peculiar con el que escribe Jaramillo esta novela. Aéreo, poético, con imágenes.

ENS: Usted recorrió los pasos que Jaramillo cuenta que Camus dio en Menorca. ¿Qué tal fue ese camino?

FB: ¡Un camino para repetir! Esta novela puede leerse también como una buena introducción turística; hablamos de turismo cultural. Leyendo estas páginas, uno recorre tanto la historia (árabes, ingleses, franceses, guerra civil), como la geografía (ciudades, calas, monumentos, talayots, molinos, muros de marès) o parte de la gastronomía isleña (mercados, pescado, carnixúa, gin Xoriguer, helados la Menorquina). Placer asegurado, a pesar del viento, la feroz Tramuntana que te azota, pero uno ya va preparado.

ENS: Usted que es, como Camus, nacido en Argelia, francés y escritor, ¿siente la esencia del Mediterráneo en la obra?

FB: Claro, el mar. Un mar siempre añorado por Camus cuando vivía en París. Con el Mediterráneo, hablemos de “esencia” doble: física y cultural. Un mar con el cual uno se topa por todas partes en Menorca, su color, su olor, el recuerdo de las invasiones, de los exilios, y demás viajes.

En Argelia ‒hablo de la costa‒ el mar hizo Argel, ciudad donde vivió Camus, como yo.

Además, este Mediterráneo, mar entre tierras, es madre de historia, de mitos y de mestizajes, de civilización criolla como escribe Camus en El primer hombre. Camus y los mitos sería una larga historia que contar y Jaramillo lo deja entender cuando pasea a sus lectores por las obras del Nobel.

ENS: R. H. Moreno-Durán y Jaramillo, dos autores colombianos, escribieron sobre Camus. ¿Cómo interpreta esa coincidencia?

FB: Existe una tradición latinoamericana, no sé si empezó con Carpentier o con Cortázar, la cual consiste en incluir a un autor conocido en una ficción. Luego vino García Márquez que incluyó a todo su grupo de Barranquilla. Hablando de Moreno-Durán y Jaramillo, parece coincidencia cuando utilizan a Camus, ya que son colombianos, y la influencia de Camus en Colombia es importante queda por redactar una tesis universitaria interesante de literatura comparada sobre este tema. Moreno-Durán, entusiasta camusiano, escribió una bonita novela donde Camus tiene un papel relevante durante la guerra de Argelia. Además, Jaramillo y Moreno-Durán se conocieron antes de que Jaramillo se dedicara a la narrativa. Desconozco si alguna vez hablaron sobre Camus. Personalmente diría yo que la coincidencia solo es el resultado del destino literario de cada uno.

ENS: Camus es un icono de la literatura francesa y la traducción debió ser compleja…

FB: En realidad, yo diría que la edición francesa constituye otra edición original, algo corregida o algo modificada en relación con la primera edición en castellano. Estas modificaciones, obviamente, las hizo el autor, impulsado por la necesidad de sus nuevos lectores. Se corrigieron elementos históricos o políticos para adaptarlos al conocimiento que tienen los franceses de su propia historia. Este trabajo de adecuación al siglo o a la cultura es habitual con las traducciones.

ENS

ENS: Mario Vargas Llosa se enamoró de Char, una de las protagonistas de la novela que él mismo elogió.

FB: En eso Mario Vargas Llosa es muy camusiano: se enamora y se desenamora fácilmente, todos sus lectores lo sabemos desde que su tía Julia, y futura primera esposa, lo llamaba Varguitas.

Yo diría que Vargas Llosa se enamoró de la novela de Jaramillo, su historia y forma de narrarla. Quien se enamoró de Char fue Pierre-Louis Rey. Profesor de literatura en la Sorbona, gran conocedor de la obra camusiana y de Argelia. Me comentó lo siguiente: “Jaramillo, vaya hombre, tiene talento. Y ha captado tantas cosas esenciales sobre Camus, mucho más allá de su amor por los gatos, que percibimos el olor a mar y pescado a la parrilla mejor de lo que haría un discurso filosófico. Si todavía se juzga el talento de un novelista por su arte de crear personajes diré que me enamoré de Char, especie de síntesis de las mujeres amadas por Camus, desde la bella bailarina de los baños Padovani hasta la magnífica Casares”.

ENS: ¿Usted también tiene un personaje favorito de la novela?

FB: La isla. Sin lugar a dudas, la isla. Sus paisajes, su historia. Por eso, mi mujer y yo hicimos el viaje a Menorca, y cada mañana al despertar lanzo el grito de Camus: ¡Volveré!

ENS: ¿Qué otro escritor colombiano le llama la atención como para traducirlo al francés?

FB: Si me quedo con los del siglo veinte yo citaría a un autor cuyo vuelo de ave andina pasó por debajo de los radares de mis colegas traductores: Gustavo Álvarez Gardeazabal. Lo de traducir texto ajeno, y cultura no solo extranjera, sino extraña, es un trabajo muy sufrido.

El traductor es el picapedrero de la cadena literaria. Fuera de San Jerónimo con su día Internacional de la Traducción, el 30 de septiembre, ¿quién recuerda a un solo traductor? El que tenga un nombre en la lengua que dé un paso. Pero sin traductor Gabo solo reinaría en Barranquilla y Camus en Saint-Germain-des-Prés.