Jorge Alí Triana: toda una vida en escena | El Nuevo Siglo
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Sábado, 27 de Octubre de 2018

LAS BUENAS historias sobre la Colombia profunda son lo que ha necesitado Jorge Alí Triana, uno de los principales directores de cine del continente, además de tener una amplia carrera en teatro y la televisión. 

Jorge Alí se ha destacado en el mundo del séptimo arte con películas como “Tiempo de Morir”, “Edipo Alcalde” y “Bolívar soy yo”; en la pantalla pequeña por producciones como “Los Pecados de Inés de Hinojosa”, “Castigo Divino” y “Pecado Santo”; y sus aportes más importantes en las tablas del gran escenario fueron la creación del Teatro Popular de Bogotá y las adaptaciones de obras literarias de Gabriel García Márquez, entre otras grandes piezas teatrales.

Forjó su carrera como director en Praga Televisión, Cine y Teatro en la Academia Superior de Artes AMU. Actualmente dedica su vida a la productora “Dramax” que fundó en 2010, donde trabaja conjuntamente con sus hijos desarrollando contenidos audiovisuales.

En diálogo con EL NUEVO SIGLO el director hace un recorrido por su trayectoria en el mundo del cine y habla de sus creaciones más icónicas.

EL NUEVO SIGLO: ¿En su vida, a qué tipo de cine le ha apostado?

JORGE ALÍ TRIANA: He hecho distintas películas. En general estas cintas tienen una relación con una buena historia, con una mirada de nuestra realidad, son de tipos de cine distinto porque cada película tiene su propia idea. Quizás la relación que tienen todas se centra en nuestra cultura, en la búsqueda de preguntas y son películas que corresponden más a la crítica.

ENS: ¿Cómo fue ese proceso de adaptación de la obra ‘Crónica de una muerte anunciada’ del escritor Gabriel García Márquez?

JAT: He transitado en el lenguaje del teatro, del cine y de la televisión. En el teatro he tenido como una tendencia o un énfasis en la adaptación de grandes obras de la literatura latinoamericana como La triste historia de la Cándida Eréndira, El Coronel no tiene quién le escriba y Crónica de una muerte anunciada. En especial esta producción fue una adaptación que hice con Fabio Rubiano y la estrené primero en Nueva York, después la mostré en Bogotá, Lima y Washington. Es una versión teatral de la novela de García Márquez que aprecio muchísimo y que a mí me llamó la atención que eran historias que me estremecían, me conmovían, que me sugirieron imágenes teatrales y eso fue lo que me llevó a buscar ese tipo de proyectos.

ENS: ¿Cómo es ser director de cine, teatro y televisión?

JAT: Es muy enriquecedor porque de alguna manera hay un común denominador en los tres lenguajes, que es contar historias a través de situaciones dramáticas lógicamente distintas. Yo creo que de alguna forma el teatro que hago es un poco cinematográfico y el cine es teatral, es decir, estos lenguajes se alimentan el uno al otro. Pero en general es una experiencia de contar una historia con diferentes técnicas que en esencia terminan siendo lo mismo.

ENS: De estos tres escenarios ¿cuál es su mayor afición?

JAT: No podría escoger uno. Hago los tres porque los disfruto, encuentro en cada uno de ellos la manera de expresar y comunicar las preocupaciones que tengo, estéticas, políticas, sociales, humanas, psicológicas, de tantos niveles que son los que cobija el arte. Entonces me quedaría difícil decir cuál me apasiona más, pues me encanta cambiar de lenguaje porque eso lo descoloca a uno, lo hace repensarse y aventurarse. Creo que la creación sin el riesgo no vale la pena. Entonces esto le permite a uno moverse en otras áreas y buscar soluciones.

ENS: ¿Contar historias siempre ha sido su pasión?

JAT: Sí, claro, esa es mi esencia en los tres lenguajes porque la gente ve historias que los entretiene, demuestran conflictos y situaciones de la vida en las cuales el espectador se mira, reflexiona y se hace muchas preguntas. También tienen un goce estético porque la belleza no solo es lo bonito, sino lo conmovedor, que toca el alma y despierta inquietudes. Es mirar y conocer de otra forma el mundo, compararse y buscar soluciones para la vida.

ENS: Después de casi 50 años de trayectoria,  ¿siente que le falta algo por hacer en el mundo artístico?

JAT: Claro que sí, siempre hay ideas que no se han podido realizar. Hay proyectos que están pendientes, creo que el trabajo artístico es una necesidad, no es simplemente una profesión para vivir de ella, sino que es una necesidad existencial y filosófica. Uno necesita hacer esto, necesita decirlo y quizás en este campo hay muchos más proyectos aplazados.