Margoth Velásquez: una pionera de la actuación galardonada en Ficci | El Nuevo Siglo
50 series, 30 telenovelas y más de 15 películas hacen parte de su recorrido en el mundo audiovisual.
Foto Ficci
Lunes, 14 de Marzo de 2022
Redacción Cultura

Con una pasión por la pintura y las artes escénicas, Margoth Velásquez se convirtió en una de las actrices afrocolombianas pioneras de la televisión en el país. Una destacada actriz que por su labor durante más de 50 años en la televisión, el cine y las tablas recibirá el premio Víctor Nieto a Toda una vida.

El reconocimiento será otorgado a la actriz en la edición 38 de los Premios India Catalina de la Industria Audiovisual, cuya ceremonia se realizará el 20 de este mes durante la celebración del Festival Internacional de Cine de Cartagena, Ficci, que tendrá lugar desde este miércoles hasta el 21 de marzo.                            

“A mí me ha sorprendido gratamente este premio. Qué rico que una corporación como lo es el Festival de Cine de Cartagena y los Premios India Catalina de la Industria Audiovisual me tengan en cuenta. Lo recibo con tranquilidad y con satisfacción”, afirmó la artista al momento de enterarse de este galardón que celebra su recorrido por el mundo de las artes escénicas.

Una artista multifacética

Desde muy temprana edad, Margoth se vio inmersa en el espectáculo como espectadora, cuando viajaba con su familia, aún siendo niña, a Cali, Bogotá o Medellín, y aprovechaban para ponerse al día con la oferta cultural.

Eso despertó su interés por el teatro, pero también por la arquitectura, aunque ambas actividades generaban recelo en su padre. “Yo tuve siempre una atracción por el teatro, pero no pensando en ser actriz. Acudía como espectadora. Yo no puedo decir que de niña soñaba con ser actriz. Desde muy chiquitica tenía era la idea de la arquitectura”.

Sus inicios en las artes escénicas comenzaron a gestarse cuando entró como secretaria al Incora, el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, con la finalidad de poderse pagar por sí misma sus estudios. La entidad, fundada en el gobierno de Alberto Lleras Camargo, ofrecía buen bienestar a sus empleados y entre ellos estaba un fórum cultural que la llevó a ganar experiencia al lado de grandes maestros.

“El Incora era como una niña consentida del gobierno, tenía un buen presupuesto tanto para la salud de sus empleados, como para la parte cultural. Ahí nació la idea de tener un fórum cultural que incluía danza, literatura, teatro, ajedrez y estudiantina que, en esa época, fue famosísima y de altísimo nivel musical. Cada grupo lo dirigía gente muy capacitada; por ejemplo, los coros los dirigía un maestro que se llamaba Luis Dueñas Perilla, el compositor de la danza ‘Negrita’”, comentó.

Los primeros pasos en el teatro fueron solo cuestión de tiempo para Margoth, y allí se quedaría trabajando por dos años consecutivos: “Un día me fui a ver los ensayos de teatro y terminé haciendo dos años de actividades, con comentarios muy positivos de mis compañeros. Fue entonces cuando el maestro Raúl Santa me preguntó si me dedicaría definitivamente a esto. Ahí me cuenta que piensa armar un grupo de teatro y me ofrece estar en él, nombrándome personas como Víctor Hugo Morant y Víctor Muñoz Valencia. A mí me dio mucho susto, pero me tranquilizó asegurándome que si me lo ofrecía era porque sentía que era capaz”.

Estuvo casi una década desarrollando su carrera en las tablas, donde participó en montajes como el de las “Bananeras”, una creación colectiva dirigida por Jaime Chaparro “Barbín”, a inicios de los años 70, que abordada la masacre de los trabajadores de la Fruit Company en el país, ocurrida en 1928. También participó en obras como “La tinaja”, “Divinas palabras”, “Socorro de invierno”, “La zapatera prodigiosa” y “La vida secreta de Robinson Crusoe”.



De las tablas a la pantalla

Comenzó a combinar el teatro simultáneamente con la danza y estudios de pintura, y así fue como se dio su incursión en la televisión. “Yo no sabía que el director de la escuela de arte del distrito donde estudiaba era el jefe de arte de las novelas de Punch. De pronto un día me dice que si quiero presentar una prueba, en ese entonces no se hablaba de casting, para un trabajo en televisión. Yo pensé que tenía que ver con la parte pictórica, pero cuando me doy cuenta que estaba relacionado con la actuación, abrí los ojos y le dije que sabía que ese medio era muy difícil, claro, porque yo venía del teatro y en ese entonces no había como mucha simpatía entre los dos medios. Él siempre fue una persona que me ponía los pies sobre la tierra y me dijo que no hablara de lo que no sabía, que me lo tomara como un taller más de teatro de los que solía hacer y que me iba a sorprender”.

Veinte días después de esa prueba fue aceptada en su primer papel para televisión en la novela “El alférez real”, bajo la dirección de Felipe González, la primera obra literaria adaptada en ese formato en Colombia y donde interpretó a Andrea, una esclava al servicio de la protagonista Inés. “Ese fue mi primer arrancón en la televisión y, la verdad, me quedó gustando, aunque previo a una cantidad de enseñanzas del maestro acerca de la lealtad, del trabajo y la prudencia”.

De ahí vendrían otras participaciones de gran recordación como Rosa, en “La mentira”; Juana Francisca, en “Alejo Durán o la búsqueda del amor”; la rectora de “Décimo grado”; Tulia, en “Gallito Ramírez”; doña Petra, en “Oye Bonita”; Tomasa, en “Bolívar y Manuela”; Ángela, en “La esclava blanca” u Ollita, la mamá de Celia, en la novela sobre la leyenda de la salsa, que llegó a entusiasmarla al punto de querer presentar casting para el papel de la propia Celia Cruz.

Margoth suma casi 50 series para televisión, más de 30 telenovelas y 15 películas. Por su papel de Sebastiana en “Espumas” fue nominada al India Catalina. En el cine se encuentra acreditada en más de diez producciones como “La agonía del difunto”, de Dunav Kusmanich; “Hombres a la carta”, de Derby Arboleda y “Saudó”, de Jhonny Hendrix.

Muchos son los papeles donde ha sido matrona y la mamá de actores como Amparo Grisales, Moisés Angulo y Carlos Vives, pero también muchos otros interpretando a mujeres que, más que afro, han sido personajes sufridos y de estratos sociales bajos. Asegura que quizás ha sido escogida para ellos por su color de piel y tipología, pero que, en todo caso, se los ha podido disfrutar al máximo, porque sean del origen que sean, por su condición de progenitoras todas han tenido la virtud de tener un corazón muy grande.

Saber con exactitud cuántos años de carrera artística lleva dejó de ser una prioridad para esta gran actriz, pero lo que nunca olvida es lo prematura que comenzó en este sector, lo sola que debió permanecer por amor y pasión a la actuación y lo valiente que ha sido para enfrentar una carrera con tantos desafíos.

“Yo de todas maneras era una chica echada para adelante, rebelde, contestataria. Yo había perdido a mi papá y a mi mamá a los 17 años, a raíz de mi decisión de ser actriz. Mi padre no quiso saber más de mí por un buen tiempo, hasta que pude demostrar que este era un trabajo serio. Yo entonces brincaba como un suricato de una cosa a la otra, porque estaba muy sola, sin familia, era hija única, así que mi tiempo tenía que coparse absolutamente todo, para no darme cuenta de la soledad, para capotearla, hacerla a un lado y no pararle bolas”.