Mis dos voces: cinta sobre diáspora latina y el dolor de la distancia | El Nuevo Siglo
Escena de ‘Mis dos voces’
Jueves, 27 de Abril de 2023
Redacción Cultura

Ana Kostic (mexicana), Claudia Montoya y Marinela Piedrahita (colombianas) son las protagonistas de Mis dos voces, una película de Lina Rodríguez en la que comparten sus experiencias íntimas de migración, y cómo esta situación hace que vivan constantemente en una delgada línea entre el pasado y el presente, porque nunca es posible despojarse de las raíces, de la familia, de los recuerdos, de la lengua materna así como encajar al ciento por ciento en el nuevo contexto social y geográfico.

La apuesta narrativa de Mis dos voces propone una forma diferente de acercamiento a las protagonistas, invita al espectador a conectarse con ellas primero por medio de sus voces mientras cada una habla de sus experiencias y sentimientos como mujeres migrantes.  

“Con esta película no me interesaba representarlas o darles voz, pues cada una de ellas tiene su propia voz independientemente de mí. La forma como decidí construir la película es en reciprocidad a la generosidad de estas mujeres maravillosas que me recibieron en sus vidas y en sus casas”, expresa la directora Lina Rodríguez.

Agrega que “ya que mi intención no era ni definirlas ni fijarlas, decidí no mostrar sus rostros al principio, pues siento que a veces creemos que al ver a alguien estamos más cerca de saber quién es. Nuestras identidades son mucho más complejas que lo que muestra nuestra apariencia. Me interesaba complicar esta idea de ‘conocimiento’ e invitar a los espectadores a escucharlas, a observar los gestos y texturas de sus vidas cotidianas. Quería tejer otro tipo de relación con la complejidad de sus vidas, de sus experiencias y de sus historias”.

Mis dos voces, filmada en Super 16mm, fue rodada en varios barrios en Toronto y en St. Catharines (Canadá), país donde reside la cineasta. Lina Rodriguez ha dirigido seis cortometrajes, entre ellos ante mis ojos (2018) y los largometrajes Señoritas (2014), Mañana a esta hora (2017) y Herida abierta/So Much Tenderness (2022). 

Cuando estrenó su segunda película en el Festival de Cine Latino de Toronto conoció a Claudia Montoya, asesora de asentamiento con la comunidad de inmigrantes latinoamericanos en esta ciudad, quien aceptó colaborar con la cineasta en este “retrato en tríptico” en el que también participan Marinela y Ana.

El tema central de Mis dos voces es la migración y la diáspora que generan sentimientos de dislocación y simultaneidad, la sensación de estar en muchos lugares a la vez; y por ello la directora apostó a crear la impresión constante de desorientación en el espectador, haciendo difícil que se ubique en relación con lo que ve y escucha. 

“Esto surge de mi deseo de hacer eco de la experiencia misma de inmigración, la cual constantemente nos exige estar encontrando nuestro lugar y rumbo en un nuevo entorno y una nueva cultura. Hice esto no solo profundizando la distancia entre lo que se ve y lo que se escucha por medio del uso del sonido no sincronizado, sino también con el encuadre mismo y la composición de las imágenes”, explica Lina.

Mis dos voces es una película que celebra la potencia y sabiduría de estas tres mujeres inmigrantes, y nos invita a reflexionar sobre el significado de la diáspora y el dolor de la distancia. Para llegar a estas reflexiones tan íntimas, Lina Rodríguez forjó conexiones con las protagonistas, compartieron historias como inmigrantes y como mujeres, pues tuvo la oportunidad de visitar sus respectivos hogares y familias para prestar atención a los ritmos, colores y texturas de sus vidas y trabajos cotidianos. 



Por su parte la actriz Ana Kostic señala que “participar en esta película me recordó momentos maravillosos y desafiantes de mi vida. Me recordó mi fuerza interior y me inspiró a celebrar mi experiencia de vida. Mientras compartía parte de mi historia, sentí una especie de libertad y felicidad. Espero que pueda demostrar a otros inmigrantes nuevos que pueden lograr todo lo que quieran en la vida”.

Para Marinela Piedrahita, su experiencia en esta cinta fue “a veces incómoda, pero, en última instancia, muy interesante y enriquecedora en todos los aspectos. Contar parte de mi historia fue un reencuentro conmigo (no misma) y también una oportunidad de verme en relación con los demás y el paisaje. Fue un espacio de resoluciones y continuidades al mismo tiempo”. 

No es para menos. El ejercicio de mirar en retrospectiva la vida para hablar del presente generalmente es doloroso, pero estas mujeres que migraron a un país donde les tocó aprender un nuevo idioma y nuevas habilidades y oficios, deja claro que la vida es un constante aprender y desaprender, y que lo mejor de sentirse perdidas fue poder encontrar nuevas formas de relacionamiento y vida.

Mis dos voces es un homenaje a los inmigrantes quienes en tierras lejanas y en lenguas extrañas luchan por encontrar su identidad en medio de la diversidad, de la adversidad y de la oportunidad. El título de la película me hace pensar en la lucha interna por encajar dentro de una nueva sociedad sin perder nuestra ‘auto-valía’ y conexiones entrañables con nuestras raíces. Me hace pensar en la dualidad y el proceso de reconciliación entre la que fui y la que soy”, concluye Claudia Montoya.

Claudia trabaja como asesora de asentamiento con la comunidad de inmigrantes latinoamericanos en Toronto. A raíz de su colaboración con Lina Rodríguez en Mis dos voces aceptó interpretar una versión de sí misma durante una escena de Herida abierta, el cuarto largometraje de la directora, el cual tuvo su premier mundial en el Festival Internacional de Cine de Toronto. 

En palabras de la directora

Mis dos voces es la cuarta colaboración entre Lina Rodriguez y Brad Deane, quien también fue co-montajista con Lina de Señoritas, Mañana a esta hora y Herida abierta

Así se refiere la directora a esta producción que estrena ahora en Colombia:

“Para Brad Deane (mi compañero en la vida y en el cine) y para mí, el tema de una película está intrínsecamente relacionado con la forma en que se hace, razón por la que le prestamos atención a cada detalle de la producción y tomamos decisiones muy conscientes sobre el tipo de atmósfera que queremos crear para cada película. 

Dado que no todas las películas se pueden hacer de la misma manera, cada una requiere un modelo de producción diferente, por lo que algunas de mis películas, como So Much tenderness/Herida abierta, han requerido equipos un poco más grandes, mientras que otras, como Mis dos voces o Aquí y allá (un corto que hice en colaboración con mi padre y mi madre), se han realizado con equipos más pequeños.

Independientemente del tamaño de la película, creemos firmemente en la importancia de resistir prácticas industriales a través de colaboraciones conscientes alrededor de la cámara, que enfatizan el respeto y el cuidado, esperando poder crear un espacio donde podamos aprender unos de otros. Estamos profundamente orgullosos de los fantásticos equipos que han trabajado en nuestras películas; sabemos que la diversidad de experiencias y perspectivas delante y detrás de la cámara ha nutrido tanto el proceso como las películas ya terminadas.

Para nosotros, hacer cine no se trata de crear, inventar o controlar. Se trata de conectar, tejer, escuchar, observar, compartir y estar presentes. Es un espacio de apoyo, generosidad y reciprocidad”.