Perspectiva. El cine y la realidad deben ser uno solo: Gaviria | El Nuevo Siglo
Es el cineasta colombiano de finales del siglo XX con mayor reconocimiento en el mundo.
Universidad Central de Colombia
Domingo, 20 de Noviembre de 2022
Redacción Cultura

Víctor Gaviria comenzó en el cine por pura casualidad. Era solo un jovencito (1979) cuando a sus manos llegó una cámara de video con la que grabó su primer documental en una escuela de niños ciegos. Presentó el cortometraje “Buscando tréboles” en un concurso en Medellín y se lo ganó por captar imágenes conmovedoras y poéticas de la vida cotidiana de estos chicos.

“A partir de allí me entró la fiebre por el cine”, refiere el cineasta, quien recientemente estuvo en la Feria Internacional de Cine de Villa de Leyva, y en una conversación con EL NUEVO SIGLO confesó que en agosto pasado se sintió impresionado de ver cómo en una proyección de 17 minutos estaba prácticamente su vida como cineasta: “Ahí estaba mi trayectoria y pude ver que ha tenido muchos cambios. Estaban los cortos y documentales que hice a lo largo de siete años, hasta llegar a ‘Rodrigo D: no futuro’. Fue muy gratificante para mí”.

En la proyección de su filmografía restaurada se pudieron ver cinco películas: “Rodrigo D: no futuro” (1990), “La vendedora de rosas” (1998), “Simón el mago” (1994), “Sumas y restas” (2004) y “La mujer del animal” (2006), así como algunos de sus cortometrajes.

Se trató de un homenaje que le hizo al antioqueño, en Ciudad de México, un grupo de estudiantes de cine del popular barrio de Iztapalapa, donde imparte el seminario-taller “Cine de realidad”, en el que busca expandir su experiencia en el séptimo arte como parte de las actividades que se realizan en ese país para reconocer su trayectoria. También fue merecedor de la Medalla Cineteca Nacional, distinción que solo se les otorga a un selecto grupo de creadores cinematográficos, como el canadiense Atom Egoyan, el chileno Miguel Littín o el argentino Adolfo Aristarain.

“Es la prueba de que le hemos dado la vida al cine y que todo eso que hicimos, esas películas de investigaciones tan difíciles, toda esa labor de alguna manera es el trabajo de un cineasta de un espíritu con alegría”, dijo Gaviria, quien en esa oportunidad le dedicó el reconocimiento a su esposa, Marcela Jaramillo, y a Mercedes Gaviria.

En la búsqueda de actores naturales

Uno de los secretos del éxito de este director colombiano es retratar la realidad lo más cercana posible y con actores naturales, para conectar con el espectador.

Gaviria nació en Medellín en 1955. Interrumpió sus estudios universitarios para incursionar en la literatura y luego emprender su profesión definitiva, el cine de corte social, con actores no profesionales y locaciones auténticas.

Más tarde vinieron tres mediometrajes del período Focine: “Los habitantes de la noche” (o astucias de jóvenes noctámbulos), “La vieja guardia” (o nostalgia de pensionados del ferrocarril) y “Los músicos” (o caminantes montañeros en tiempos violentos).

Su primer largometraje fue “Rodrigo D: no futuro” (o muchachos de las comunas nororientales) (1990), sobre jóvenes que sucumbieron frente a la violencia sin haber cumplido los veinte años. Gaviria expuso el drama ensañado en la juventud y recreó un pequeño universo neorrealista en torno a la escalada violenta atravesada por Medellín.

“El cine y la realidad deben ser uno solo, por eso busco esas historias. Me gustan los relatos que causan impacto emocional, aprovechando que estamos en un país con muchísimas historias que motivan a los jóvenes a querer hacer cine”, manifiesta el hombre que en 1998 sacó otra de las novelas más taquilleras de Colombia, “La vendedora de rosas”, con la cual recibió en total 14 premios internacionales y fue nominada a la Palma de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes, película por la que Gaviria fue amenazado por contar la historia detrás de Pablo Escobar, líder del Cartel de Medellín en esa época.



Lectura social

“Con ‘La vendedora de rosas’ y ‘Rodrigo D’ quise hacer una lectura social, ser la voz de los que no la tienen, pero la pregunta es: ¿qué significado tiene utilizar un actor natural?, el cual trato de mantener en mis películas y que de alguna manera tiene tanta información; esos actores que no solamente han llamado la atención aquí en Colombia sino, probablemente, en toda Latinoamérica. Estas dos historias ponen en presente la realidad social a través de un buen argumento, una buena fotografía, un buen montaje, pero fuera de eso hay otros elementos que hacen que las películas tengan sentido, que es lo que me parece que sigue viéndose en Colombia”, afirma el director de cine.

Le sigue apostando al cine colombiano, ahora más, que busca impulsar a los actores naturales: “personas del común que han vivido sus propias experiencias, porque así le aportan realismo y autenticidad al personaje. Es un cine de choque ante ciertos prejuicios, que busca un diálogo social, una reflexión. Los actores naturales tienen toda la verdad de su vida; les pregunto qué piensan, el día a día, su familia, sus problemas. Busco una buena relación con esa población con la que me siento muy identificado, que son los excluidos sociales. Con ellos elaboro otra forma de dramaturgia de gran realidad”.

Según Gaviria, el cine colombiano en sus inicios fue una especie de copia de la televisión y dejaba fuera la autenticidad que se encuentra en la calle. En cambio, su cine es el de los olvidados, de los oprimidos que están en el lugar de la exclusión y que gracias a la obra de Gaviria han encontrado una voz siendo ellos mismos, dando un sentido a su existencia y a su propia realidad a través del séptimo arte.

Sin duda, Gaviria destaca en sus filmes las problemáticas sociales de su ciudad de manera fiel y creíble, con historias protagonizadas por actores reales; historias hechas a partir de los relatos de las personas. Él mismo lo confirma: “He encontrado en la ficción, más que en el documental, una manera de contar las historias del barrio que me ha permitido expandir y reproducir las voces de quienes han perdido su voz. Es como un poema a los abandonados y excluidos”.

Cabe destacar que en 2009 el cineasta recibió la Medalla al Mérito Cultural del Ministerio de Cultura, en reconocimiento a su trayectoria y el aporte que ha hecho a lo largo de su carrera a la cinematografía. Asimismo, en noviembre de 2016 recibió el Premio a Toda una Vida de la quinta edición de los Premios Macondo, entregados por la Academia Colombiana de Artes y Ciencias Cinematográficas, en reconocimiento a sus 37 años de trayectoria y labor por la cinematografía colombiana.

“Mi objetivo es seguir haciendo cine con esa dificultad que entrañan esas películas de realidad que están multiplicadas en secuencias, personajes, detalles que nunca deben olvidarse; eso requiere un gran trabajo, una enorme construcción del guion”, dijo.

Entre sus deseos está escribir y dirigir algo inspirado en una obra de Gabriel García Márquez.