Risas detrás de un payaso | El Nuevo Siglo
Jueves, 3 de Noviembre de 2011

Esta es una pareja poco común. Llevan una relación de más de 6 años y aunque es seria podría ser vista por muchos como una ‘payasada’. No tienen hijos pero tienen dos perros que es como si lo fueran. Ambos son de México y se encuentran en Colombia en el Encuentro Clown 2011.

Se conocieron en una fiesta donde el humor imperaba y, como no, era una reunión de payasos. Ella estaba con unas amigas y él, en una muestra de hombría con sus amigos, logró esa noche darle un beso en la mejilla.
La hermosa dama llegó por error a esa fiesta. Nunca se imaginó que en ese lugar existiera una “bandada de dementes”.
Un amigo del galán de esa noche se le acercó a la joven y le pidió el número del teléfono. Adelantándose a la ‘jugada’, mientras aquel joven anotaba el número, el protagonista de esta historia le estaba marcando a ella.
Luego de un rato de conversar por teléfono se dio el momento mágico y chistoso de mirarse el uno al otro y hablar personalmente.
Fue pasando el tiempo y entre citas, chistes y tomadura de pelo se fueron dando las cosas entre la bella joven y el chistoso galán.
La hermosa ‘payasita’
Marcela López Treviño tiene 30 años, es diseñadora de profesión y es del Distrito Federal, México. En ocasiones viste una falda, blusa y un corbatín color rojo, su pelo es recogido, aunque de vez en cuando lo suelta para sentirse cómoda, y nunca deja en casa su enorme nariz roja. Trabaja en hospitales, empresas y teatros.
Con un poco de pena dice que “era muy capitalista” antes de meterse en el mundo del clown, la cual es una técnica teatral y se utiliza para brindar un servicio a hospitales, empresas o personas vulnerables.
Está con su esposo Fernando dictando un curso de clown. Inició en el mundo del arte cuando estaba en la universidad. Le ha gustado la actuación desde pequeña pero nunca se imaginó que fuera parte del movimiento humorístico más grande del mundo.
Lleva más de 10 años en este serio pero gracioso trabajo y admite que “él fue el culpable” de que ella cayera en el mundo del payaso.
Se dejó seducir por él; sus encantos y su buen discurso “tocaron los botones” que se necesitan para que una seria diseñadora pensara en algo serio con un payaso.
Quiere seguir en el mundo del clown y experimentar nuevas formas de aprendizaje a través del humor.

El esposo de la ‘payasita’
Fernando Córdova es un abogado mexicano. Viste de saco negro, camisa blanca, pantalón a la altura del ombligo y el pelo recogido. Cuando va a hospitales, una bata blanca con un corbatín rojo es más que suficiente para atender a los enfermos; eso sí, cada vez que está dispuesto a ir a trabajar se coloca una enorme nariz roja.
“Desde que tengo uso de razón me ha apasionado ver a la gente feliz”. Cuando este artista del humor era niño y había una reunión familiar se dirigía a sus primos, tíos, abuelos y hermanos para hacerlos reír.
La primera vez que se vistió de payaso fue a eso de los seis años. Confabulado con un tío, ese día hizo un espectáculo para la fiesta de cumpleaños de su hermano menor. “Eso me hizo muy feliz”, asegura.
Tiempo después, al igual que su esposa, empezó a realizar ‘clown de servicio’. Por medio de la asociación civil voluntaria ‘Risa terapia’, que es una de las mas grandes del mundo, comenzó la búsqueda sobre payasos y servicios que él podría ofrecer.
Viajó por varios países en búsqueda de su identidad como clown. Exploró nuevas facetas y, aunque no lo crean, tuvo que leer muchos libros y conocer acerca de la historia del mundo del payaso. Por último tomó su mejor arma, los chistes, y salió a la calle. Al contacto con el mundo y con los que, al fin de cuentas, evaluarán y aceptarán a Fernando como un exponente más del humor.
“Este trabajo ha ido evolucionando pasando de las carpas del circo a las tablas del teatro”, cuenta Fernando.
Ahora está escribiendo un libro titulado A lo payaso, que espera salga “poco después de que se acabe el mundo”, en otras palabras, en noviembre del próximo año.
Él es un agradecido de la vida. Alguna vez se encontró en un momento adverso a la felicidad cuando a su mamá le diagnosticaron cáncer y en una prueba de heroísmo ella lo superó.
Ama mucho su faceta como payaso pero también admite que le apasiona el bufón que es el lado ‘malvado’ del clown. También quiere crear espacios “en donde la gente pueda ingresar y que aprendan a hacer humor y arte”.