“LA SELVA, extendida infinita, abraza el horizonte ocultando la esperanza…”, escribió José Eustasio Rivera hace 100 años en su novela “La vorágine”. Ahora, este abrazo de palabras, silencios y enfrentamientos cobrará vida en forma de imagen y música con los sonidos de ocarinas, yapurutús y pinkuyos en el concierto “Selva adentro”, una puesta en escena de la Orquesta Sinfónica Eafit para toda la familia, que se presentará en el marco del Festival de Teatro Comfama San Ignacio, el viernes 8 de noviembre a las 7:00 p. m., en el Patio Teatro del Claustro Comfama, bajo la dirección de Juan David Osorio López, graduado en Música de Eafit.
Con una estructura de siete movimientos, “Selva adentro” llevará al público a través de diversos paisajes sonoros que se mueven entre la Amazonía y la orquestación sinfónica. Desde el amanecer en los llanos hasta los torrenciales ríos de la selva, cada momento de la composición se inspira en los capítulos de “La vorágine”, reinterpretando los pasajes más emblemáticos de la obra.
“El proceso de preparación ha sido largo, alrededor de ocho meses, durante los cuales hemos trabajado en la composición de la obra, así como en la mediación con los músicos, en un viaje de acercamiento a la novela. Aproximar una obra literaria al lenguaje sinfónico es algo que puede ser considerado complejo, pero la realidad es que cada creador o compositor tiene una versión, una experiencia y una técnica que permiten traer esa obra literaria a la música”, destaca Susana Palacios David, gerente de la orquesta.
Uno de los aspectos más relevantes de “Selva adentro” es el uso de las lenguas indígenas, incluyendo fragmentos de la novela narrados en muinane. La incorporación de esta lengua busca honrar la herencia cultural de los pueblos amazónicos y enfatizar la importancia de su preservación en un mundo donde las culturas ancestrales enfrentan riesgos de desaparición.
De acuerdo con Luis Fernando Franco Duque, compositor de la obra, “el proceso de creación partió de una pregunta inicial: ¿qué ha pasado en 100 años con la naturaleza y las relaciones interculturales en la Amazonía y en la Orinoquía colombiana? Los asistentes se encontrarán con un viaje sonoro y conversaciones entre sonoridades occidentales y otras de origen prehispánico que han resistido muchos siglos”.
Este concierto es fruto de un trabajo conjunto en las artes visuales, la música, la investigación, la escritura, el diseño y la comunicación, en diálogo con saberes locales. Además, será una travesía por las profundidades de los bosques, por los llamados de la tierra y el agua, por el vacío y la pasión, por la devastación, la memoria y la esperanza de un reencuentro con la naturaleza: una invitación a la restauración.
Sonidos de pueblos originarios
“Bulla endiablada” será el ensamble invitado al concierto “Selva adentro”, con ellos estarán presentes instrumentos de pueblos originarios como las ocarinas y las flautas prehispánicas. Para llegar a estos sonidos, Víctor Muñoz, curador de la exposición Vorágines, mundo(s) por venir, relata que el equipo viajó inicialmente al Guaviare (una de las regiones que inspiraron a Rivera) para capturar imágenes, explorar la selva y dialogar con sus habitantes.
Como resultado de este encuentro, “se encargaron los instrumentos a Lino Cardona Rincón, el lutier que estuvo a cargo de su producción y creación, los cuales se fabricaron entre Vichada y Putumayo”, explica el curador. Estas piezas se incluirán posteriormente en la exposición Vorágines, mundo(s) por venir, ubicada en el Centro de Artes de Eafit (Bloque 32, primer piso), que forma parte, junto con el concierto “Selva adentro” y la agenda académica y cultural, de las iniciativas para celebrar el centenario de esta obra.
Entre los instrumentos de los pueblos originarios que se podrán escuchar en la puesta en escena de este viernes se encuentran el yapurutú, hecho de troncos huecos o cañas, empleado tanto en ceremonias como en rituales, y que refleja el vínculo sagrado de las comunidades con la naturaleza; el pinkuyo, una flauta tradicional de caña de la Amazonía que posee un valor espiritual, ya que simboliza la naturaleza y los espíritus del bosque; las ocarinas prehispánicas, fabricadas en cerámica por diversas comunidades del territorio colombiano, que representan animales sagrados y figuras míticas; y el koyok, también conocido como “llama aves”, un instrumento que imita el canto de ciertas aves de la selva, con valor cultural y ritual.