A subasta auténticos tesoros del Renacimiento italiano | El Nuevo Siglo
La mayoría de estas ‘joyas’ están firmadas por reconocidos historiadores y críticos de arte italianos de la época.
Cortesía Bogotá Auctions
Sábado, 22 de Abril de 2023
Redacción Cultura

Desde unas singulares mesas colombianas de la época colonial (siglo XVIII) hasta algunas de las piezas más icónicas del diseño internacional, como las sillas "Swag leg" de Georges Nelson, conforman la subasta que realizará Bogotá Auctions el 27 de abril.

La colección también la conforman piezas del siglo XIX, como un "confidente" italiano en nogal y un imponente espejo de pie también estilo victoriano. El viaje en el tiempo y el espacio llevará a China, con un biombo de finales del siglo XIX, y a Francia, con un raro tapiz de Aubusson de 1880, de gran tamaño.

La noche de subasta tendrá una importante colección de pinturas del Renacimiento italiano que pertenecía al destacado escritor y diplomático colombiano Joaquín Piñeros Corpas (1915-1982). Se trata de un evento excepcional para el coleccionismo local, debido a la calidad del conjunto y a la extrema escasez de esta clase de piezas en el país. 

Las obras, 14 en total, fueron adquiridas en Roma tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, en un periodo (1948-1952) durante el cual Piñeros Corpas ejerció como ministro plenipotenciario de Colombia ante la Santa Sede. En esos años la economía italiana se encontraba en condiciones muy precarias, debido a las secuelas de la guerra. Esto creó las condiciones propicias para que numerosas pinturas antiguas que se encontraban en manos privadas salieran al mercado y para que quienes las adquirieran fueran, en diversas ocasiones, extranjeros cultos y de condición holgada como el embajador Piñeros, que además podían aprovechar tasas de cambio muy favorables. No en vano fue en esos años que grandes museos norteamericanos o suramericanos, como el Museo de Arte de Sao Paulo, en Brasil, construyeron el núcleo fundacional de sus colecciones de pintura antigua.

Críticos de arte

La mayoría de las piezas que serán subastadas son acompañadas por experimentados expertos y firmadas por reconocidos historiadores y críticos de arte italianos de la época, quienes con frecuencia operaban también como intermediarios en el mercado.

El principal interlocutor de Piñeros a la hora de adquirir las obras fue Amadore Porcella (1906-1971), crítico de arte del diario vaticano L’Osservatore Romano, quien, entre otras cosas, redactó una de las primeras guías a la pinacoteca de los Museos Vaticanos (Guida della Pinacoteca Vaticana, Città del Vaticano, 1931) y fue presidente de la Federación Nacional de Expertos y Críticos de Arte Italianos.

Basándose en una serie de comparaciones, Porcella atribuyó algunos de los trabajos de la colección Piñeros a grandes nombres del arte universal: una de las piezas más destacadas del conjunto, la bella Virgen de la Pera, que se remonta al siglo XVI y se encuentra insertada en un preciso retablo de madera dorado de la época, es atribuida a Andrea Solario, un discípulo de Leonardo; un gran lienzo que representa una luminosa Palas Atenea con yelmo y armadura renacentistas es atribuido a Pietro da Cortona, activo en prevalencia en Florencia en el siglo XVII; una pintura con detalles de excelente factura que representa a Judith y Holofernes es atribuida a Lucas Cranach el Joven, gran maestro del Renacimiento alemán; un san Juan Bautista de iconografía insólita es atribuido a Tiziano, influyente exponente del Renacimiento veneciano; una preciosa Virgen con el Niño es atribuida a Francesco Francia, célebre renacentista italiano del área boloñesa; y un óleo protagonizado por una pareja de jóvenes amantes, cuya iconografía parece remitir al tema de Angélica y Medoro, dos personajes del Orlando Furioso (ver foto) de Ariosto, es atribuido al famoso clasicista francés Nicolas Poussin.

Estas atribuciones pueden proporcionar unas indicaciones útiles acerca de la época y el contexto de producción de las piezas, sin embargo, deben ser tomadas con cierta cautela, teniendo en cuenta el periodo difícil en el cual las pinturas fueron comercializadas y el recurrir, en esos años, de casos de pericias adaptadas para favorecer la venta en el mercado.

A pesar del margen de inseguridad ligado a las atribuciones, la colección es indudablemente muy valiosa en cuanto reúne un nutrido grupo de auténticas piezas de época, en muchos casos de elevada calidad pictórica, por lo que son obras muy raras de ver en Colombia. Fueron ejecutadas por antiguos maestros que dominaban los secretos de su arte y, a distancia de siglos, siguen dando cuenta del gusto y la cultura de un período crucial en la historia occidental.



A más de la experticia de Porcella, la colección cuenta con unas cartas de atribución firmadas por Pietro Toesca, un historiador y crítico de arte que supera ampliamente por celebridad al anterior y cuyos juicios parecen estar más centrados. Entre las piezas que llevan el reconocimiento de Toesca sobresale la de un joven con chaqueta roja (ver foto), insertado en un elegante marco antiguo decorado con motivos florales en oro, que el estudioso considera de un artista de la escuela de Fontainebleau cercano a David Teniers.

Un hombre “polifuncional”

Cabe agregar, como último comentario, alguna información adicional sobre Joaquín Piñeros Corpas, con el fin de conocer mejor al hombre que construyó esta extraordinaria colección, que representa un caso posiblemente único en Colombia. Nacido en Soacha (Cundinamarca, Colombia) en 1915, Piñeros Corpas fue un hombre “polifuncional” que se destacó en diferentes ámbitos. Además de político y diplomático, fue abogado, historiador, catedrático y compositor. Fue miembro honorario de la Academia de Historia de Cundinamarca, miembro del Instituto Colombiano del Folclor, de la Academia Colombiana de la Historia, de la Academia Colombiana de la Lengua, además de correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua y de la Historia. Cuando el papa Pablo VI vino a Colombia, quiso verse con él. Entre sus numerosas obras se cuentan Síntesis del conflicto entre la ciudad y la provincia de Colombia (publicado en Italia en 1951), Teatro (Lección en la floresta; Caballero descalzo; La muerte sonreída - 1955), Historia de la bandera colombiana (1966), El libro del Nuevo Reino: Visión de Colombia (1966), Breviario colombiano de la naturaleza (1967), Fábulas criollas (1975), El retorno a Bolívar: ensayo sobre el espíritu de Angostura (1975), Pasos con el pueblo (póstumo, 1983). Su interés por la pintura es documentado también por unos textos sobre arte nacional: Santiago Martínez Delgado: el pintor, el humanista, el colombiano (1974) y Pintores de la Sabana de Bogotá (1978). Entre 1969 y 1970 fue gobernador de Cundinamarca. “No ha habido colombiano más colombiano que él”, dijo Germán Arciniegas en sus exequias.