Hacer del circo ruso un circo moderno y sacarlo definitivamente de la era soviética es la "misión imposible" que se ha puesto como meta el célebre mimo Slava Polunin, tras una exitosa carrera dentro y fuera de su país.
Para ello, Polunin, que ostenta el prestigioso premio Laurence Olivier, está a las riendas desde enero del circo de la Fontanka de San Petersburgo, en declive desde hace años.