ANTE LA disminución paulatina del nivel de los embalses para la generación de energía, surgió la posibilidad de que, si no mejora esta situación el país, comenzarían los racionamientos en algunas partes del país, como ya lo señala Andeg, el gremio que agrupa a las generadoras.
Al mismo tiempo, un análisis sobre el sector realizado por ANIF, indica que “la situación energética del país es por lo menos alarmante. La alta dependencia en la energía hidroeléctrica en conjunto con el fenómeno del Niño, así como la baja disponibilidad de reservas de gas, reflejan la vulnerabilidad del sistema. Una demanda creciente y la tardanza en la puesta a punto de los proyectos de generación de energía, muestran un panorama pesimista que mantiene latente el riesgo de un apagón en el futuro”.
Esta situación coincide con la decisión del Gobierno que ordenó a las termoeléctricas pasar a la máxima generación, ante el fuerte impacto del fenómeno de El Niño.
Según el ministro de Minas y Energía, Andrés Camacho, el objetivo de la medida es poner el parque de generación termoeléctrico en su máxima capacidad, a fin de abastecer la demanda de condiciones energéticas.
La medida fue tomada, con base en las recomendaciones remitidas por el Centro Nacional de Despacho (CND), donde indica que durante los últimos siete días se presentaron aportes deficitarios, con un promedio de 93 GWh-día, que corresponden al 42% de la media histórica de abril.
Capacidad
El director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Generadoras de Energía (Andeg), Alejandro Castañeda, dijo en declaraciones a los medios de comunicación, que actualmente “la energía térmica en este momento está produciendo 109 gigavatios –que fue lo que produjo en los últimos diez días–, que eso corresponde casi al 50% de lo que estamos consumiendo en promedio en el país”.
Sin embargo, y pese a que las plantas térmicas han ayudado al sector eléctrico a que se pueda embalsar –al no gastarse de una el agua y dosificarla–, actualmente están casi a su full capacidad de generación y la obligación de energía firme son 112 gigavatios; es decir, que se está a tres gigavatios de llegar al tope.
“Si llevamos a todo el parque térmico a producir, lo máximo que podríamos llegar es a un rango entre 119 y 120 gigavatios hora-día. Pero estamos en una situación tan al límite que cualquier cosa nos puede poner en situaciones mucho más complejas”, explicó Castañeda.
Los costos
No obstante, apoyarse en la energía térmica si bien satisface la demanda, tiene un precio.
Este tipo de energía es más costosa de producir porque se produce principalmente con gas y carbón. Así, desde el 2023 ha sido evidente el incremento en el precio de la energía que ha presionado al alza el índice de precios en el consumidor.
En marzo de 2024, la variación anual del IPC de energéticos fue de 23,68%, la cual, en parte, es resultado de la llegada del Fenómeno del Niño en el último trimestre de 2023. De hecho, entre la primera y tercera semana de marzo se registró un incremento sostenido en el precio en bolsa por KWh, el cual pasó en menos de diez días de $550 a $1.021,60, lo que implica un incremento de 85%.
Dicho aumento en el precio de bolsa de la energía recae indirectamente sobre los consumidores, por lo que distintos actores, entre ellos los comercializadores, han mencionado que estas alzas en los costos deben ser reguladas.
Ante esto, el director de Andeg también hizo un llamado a que el consumo de energía merme, por lo menos, mientras pasa la contingencia. Aseguró que el consumo sigue disparado en el país, pues se está consumiendo 241 gigavatios hora-día con crecimientos anuales de 8,3% promedio nacional.
Racionamientos
Por otra parte, con información del 14 de abril de 2024, el nivel útil de los embalses llegó a 29,78%, acercándose aún más a la senda de referencia que tiene el sector energético y el Gobierno nacional (27%) para tomar acciones y evitar desabastecimiento de energía que, a su vez, derivaría en un racionamiento para administrar los recursos disponibles.
Ante este panorama, Castañeda aseguró que el país sí está en una situación crítica. “Desde hace 15 días, lo único que hemos hecho es medio aguantar –lo hicimos un poco en el 31%–, pero en los últimos días –desde que arrancó abril– lamentablemente las lluvias no se han consolidado y El Niño sigue jugando su rol predominante de sequía”.
Para determinar si habrá o no racionamiento de energía en Colombia, por lo menos mientras pasa la alarma de embalses secos, el directivo gremial aseguró que el operador del Sistema Interconectado Nacional, XM, deberá dar el siguiente paso y recomendar qué hacer.
“Pero esa recomendación se traduce en cortes programados. Porque uno se puede perder con los promedios –que hoy es de 29,78% como un promedio de todos los embalses del país–, pero hay uno que está con cifras muy bajas: en la región oriente están al 10%, lo que nos está salvando hoy es la región de Antioquia que tiene un 28% y la región centro que se mueve en el 40%”, manifestó Castañeda.
Las reservas
En el informe de ANIF se indica que, desde el inicio del fenómeno de El Niño en octubre de 2023, ha sido evidente el rápido decrecimiento de las reservas en los embalses que abastecen el sistema interconectado nacional (SIN), pasando de 70,2% en diciembre de 2023 a un volumen útil del 31,3% en el mes de abril de 2024, el mínimo histórico de los últimos 20 años. Eso, como resultado de los bajos aportes a las plantas de generación y un incremento en la demanda de energía de un 8,6% respecto a abril del 2023.
Sostiene el centro de pensamiento que “dada la estructura de la matriz energética del país, la situación es cuanto menos compleja, sobre todo porque la generación hidroeléctrica sigue siendo parte fundamental del sistema. Eso sugiere, entre otras cosas, el alto grado de vulnerabilidad que enfrenta la generación ante cambios en el clima y Fenómenos del Niño que son cada vez más agudos.
Por su parte, los últimos reportes del Ideam dan cuenta que el Niño estará presente hasta mayo. Si bien se espera luego la temporada de lluvias, los niveles no compensan las pérdidas del caudal en las reservas.
De hecho, el Acueducto de Bogotá ha dicho que por lo menos necesitamos 6 meses de lluvia para que el nivel útil de los embalses vuelva a ubicarse en niveles normales.
Subastas
En este sentido, Acolgen manifiesta la importancia de una nueva subasta de energía necesaria para el año 2028, que cubra la demanda no asignada previamente. En particular, si se tiene en cuenta que la última subasta de febrero de energía firme incluye proyectos nuevos que generarían cerca de la mitad de la capacidad de generación en operación en 2047, la oferta energética sigue siendo un gran interrogante.
Según el gremio, en promedio solo 6 de 10 megavatios de las asignaciones en subastas previas entraron en operación antes de 2024 y menos de 3 de cada 10 lo hicieron de acuerdo con la fecha programada. De igual manera, según datos de XM de los 1,8 gigavatios nuevos que se esperaban en el 2021, solo ingresó el 7% al sistema. Para el 2022 solo fue el 28% del total esperado (3,6 gigavatios) y en el 2023 la cifra fue aún más baja, pues de los 6,6 gigavatios que debían ingresar, solo lo hizo el 17% (1,1 gigavatios).
De igual manera, mencionan que entre el 2024 y 2025 se espera que entren en operación 119 proyectos de fuentes no convencionales de energía renovable, sin embargo, el 46% aún está tramitando permisos ambientales o técnicos.
¿Se repite la historia?
Entre 1992 y 1993 Colombia quedó a oscuras por cuenta del gran apagón nacional. Un hecho que duró casi un año, exactamente entre el 2 de marzo de 1992 y el 7 de febrero de 1993.
Ciudades como Bogotá tenían un racionamiento de nueve horas al día y en seis departamentos de la Costa Atlántica el corte era de diez horas, en San Andrés y Providencia el racionamiento fue de hasta 18 horas.
Este apagón obedeció a la crisis energética por cuenta, entre otras razones, al bajo nivel de los embalses, que no llegaban ni al 30% de su capacidad, los cuales generaban la energía eléctrica en medio de un Fenómeno del Niño. Además de la sequía, propia de la época, hubo retrasos en el cronograma de construcción de nuevos proyectos hidroeléctricos y las centrales de generación térmica no funcionaron durante esa coyuntura.
El apagón trajo como resultado un costo cercano a 3 puntos del PIB y las pérdidas del sector productivo alcanzaron los 33 millones de dólares semanales.