
Por Verónica Pérez Traviezo
Especial para EL NUEVO SIGLO
¿Es cierto que Venezuela "se arregló"? El régimen de Nicolás Maduro insiste en que el país está en plena reactivación económica, mientras en los medios nacionales e internacionales circulan noticias que parecen alentadoras: inauguran centros comerciales, cadenas de tiendas y supermercados, no solo en Caracas, sino en ciudades del interior, lo que contrasta con las desoladoras imágenes de hace cinco años que mostraban anaqueles vacíos y largas filas para adquirir los productos básicos. Cientos de migrantes regresan, circulan dólares y la reapertura comercial con Colombia se interpreta como un signo de nuevos bríos.
Esa percepción de que la crisis ha amainado contrasta con las afirmaciones de la oposición venezolana, que insiste en que se trata de una suerte de espejismo y que el sistema productivo no termina de arrancar.
Para conocer la realidad económica del vecino país, a dos meses de la reapertura fronteriza y comercial con Colombia, EL NUEVO SIGLO conversó con tres economistas venezolanos, quienes aportan una visión de una situación que sigue siendo muy compleja.
Leve recuperación, en un contexto muy desigual: Oliveros
Para Asdrúbal Oliveros, economista, consultor empresarial y director de Ecoanalítica, “es obvio que Venezuela no se ha arreglado, pero sí ha tenido algunos elementos de cambio”.
El contexto económico cambió: “El Gobierno se volvió un tanto más pragmático en su relación con el sector privado; relajó los controles, especialmente de cambio y de precios; permitió el avance de la dolarización, la entrada de los productos importados; tiene un poco más de disciplina fiscal que en el pasado, y esos elementos han ayudado al ambiente de negocios”.
Ahora bien, en términos de indicadores, la economía sí está creciendo, aseguró el director de la firma de consultoría económica y financiera, una de las pocas que aportan datos y proyecciones económicas confiables del mercado venezolano en la actualidad.
“Este año estimamos que crezca en torno al 9 %, pero también debemos tener en cuenta que es una economía que se ha contraído muchísimo, casi 80 % entre 2014 y 2020; por lo tanto, no es descabellado ver estas tasas de crecimiento después de una contracción de esa magnitud y, por supuesto, hace falta crecer muchísimo para poder recuperar todos esos años perdidos”, dijo.
Con respecto a los sectores que están teniendo impulso, indicó que principalmente son nueve, entre los que destacan: alimentos, salud, comercio, tecnología, cuidado personal, empaques, servicios profesionales y todo lo que tiene que ver con medios de pago y "fintechs".
Del lado del comercio, señaló que lo que se está viendo es una apertura importante a las importaciones. “La capacidad de exportación de Venezuela también ha crecido, pero es bastante limitada. Las exportaciones entre 2015 y 2022, las del sector privado, se han multiplicado por cinco, pero todavía son niveles bastante bajos, en torno a los mil millones de dólares, y las importaciones sí han venido creciendo: con respecto al año pasado aumentaron alrededor de 25 % y lo que estamos viendo, un poco por la dinámica de la política cambiaria en Venezuela, es un avance importante porque, en realidad, en este contexto el producto importado es más competitivo que el local”.
Sin embargo, al final, “el crecimiento de Venezuela es desigual, no abarca todos los sectores. Obviamente algunos siguen estando muy contraídos: la construcción, el sector inmobiliario, banca y seguros; la manufactura que no está ligada a alimento o salud”.
Asimismo, no todas las regiones se benefician. “Obviamente Caracas y otras ciudades son las que tienen algún impacto de este crecimiento, y una parte importante de la población tampoco se beneficia, está excluida de las mejoras que han ocurrido en la economía. Estamos hablando, entonces, de unos niveles de desigualdad que son muy importantes. Por eso es clave mirar esta leve recuperación de la economía venezolana en un contexto, insisto, muy desigual, donde no todo el mundo se beneficia o se ve impactado de igual forma”.
En opinión del experto, la recuperación de la economía venezolana es bastante lenta, llevará tiempo, y más en las condiciones actuales. “Tienen que mejorarse algunas cosas, los problemas ligados a los servicios públicos, por supuesto al tema institucional y político; la definición de las sanciones, la restricción del crédito, problemas con infraestructura... Es decir, hay una cantidad de factores estructurales que no hemos resuelto y que hacen que la recuperación sea muy lenta. Más aún, si esos factores no se atacan, el ritmo de recuperación cada vez va a ser menor y la capacidad de crecer se va a ir limitando”.
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Todo depende de la industria petrolera: Alvarado
“Obviamente Venezuela no se arregló, pero sí está mejor”, asegura Ángel Alvarado, profesor de la Universidad de Pensilvania y fundador del Observatorio Venezolano de Finanzas. “Son dos cosas distintas. Y también con ‘arreglarse’ vale preguntarse ¿respecto a qué? En cualquier caso, la economía creció en el año 2021 y nuevamente en 2022, y eso, junto a una política económica más pragmática, más de mercado, sumándole la dolarización de la economía, ayuda a resolver algunas cosas”.
Alvarado, quien se desempeñó como diputado (de oposición) a la Asamblea Nacional venezolana de 2015 a 2021, explicó que la economía sigue en una inflación de 170 % y su tamaño se acerca a un 25 % de lo fue hace unos años, “pero respecto al momento de la pandemia, la situación está mejor y también se ha detenido la caída de la economía”.
Agregó que la pobreza se ha reducido en 15 puntos, según la encuesta de la Universidad Católica Andrés Bello, por cuanto en el país se carece de una gran cantidad de cifras oficiales. “La economía ha crecido en los últimos años y en febrero de 2022 salió de la hiperinflación, lo que evidentemente es positivo. Ahora, la economía no es lo que era en el pasado”.
Alvarado no duda al afirmar que el petróleo es el aspecto principal que ha contribuido a este cambio. “Durante el primer semestre de 2022 el precio del petróleo estuvo sobre los US$100 el barril y ha tocado cuatro picos de US$140; eso mejora la situación de Venezuela”. Adicionalmente, la guerra en Ucrania ha favorecido la situación de la industria petrolera venezolana y las finanzas de Nicolás Maduro.
En su opinión, la economía venezolana de largo plazo va a depender de cómo evolucione la industria petrolera. “Los volúmenes de exportación todavía son bajos, la licencia general que se les puede dar a las compañías petroleras extranjeras por parte del Tesoro de EE.UU. tendrá un impacto en la economía por lo menos luego de seis meses, es decir, de mediano plazo, pero evidentemente si el petróleo venezolano empieza a bombearse, con las capacidades y las reservas estratégicas que tiene el país, las posibilidades de recuperación económica pueden ser relativamente rápidas en el mediano plazo”.
Lo que hay es consumo, no producción: Balza
El economista Ronald José Balza, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), explicó a EL NUEVO SIGLO que mientras en Colombia y otros países del mundo hay bases estadísticas muy detalladas, que siguen las indicaciones del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, y que hacen comparables las naciones entre sí, “en Venezuela no se publican las cuentas nacionales desde 2019, ni la balanza de pagos, desde el primer trimestre de 2019. No se publica el presupuesto nacional desde el año 2016, y ya cuando se publicaba era incompleto, porque no contaba con los fondos parafiscales, que estuvieron en uso en Venezuela en tiempos de Hugo Chávez”.
Así que, agregó, no hay indicadores que permitan a nadie presumir que la situación económica en Venezuela “se arregló”. “Pero sí, efectivamente hay quienes creen que Venezuela ‘se arregló’ porque hay conciertos, porque hay bodegones o porque hay dólares circulando en las calles. Son evidencias anecdóticas, todas ellas. El tema de la actividad económica está bastante limitado, en términos de la prestación de servicios como electricidad, agua, telecomunicaciones… servicios muy básicos de infraestructura que hacen que mucho de lo que se pueda ver como actividad económica en este momento sea consumo, y ese consumo puede ser consecuencia del desahorro, más que de la producción”. Sin embargo, aclara, “no tenemos suficientes datos para verificar esta hipótesis”.
Balza mencionó que aunque el sector comercio, de restaurantes y hoteles suele verse como el que más contribuye a mejorar económicamente, solo es consecuencia de su efecto de demostración. “Pueden estar prestando servicio bienes de consumo para segmentos de la población que tienen ingresos o ahorros relativamente altos, y eso es muy visible, supone que hay una exposición de consumo que no había hace cinco años, cuando había controles de cambio y de precios rígidos o cuando estábamos entrando en la hiperinflación. Pero justamente el final de la hiperinflación demuestra que el Gobierno tenía cómo contenerla. No era permitiendo el uso del dólar, lo que se ha repetido muchas veces, sino reduciendo el financiamiento monetario de su gasto, que es desconocido para nosotros”.
Para el economista, el uso de los dólares fue más una consecuencia de la falta de papel moneda o de las dificultades del sistema financiero venezolano para operar en condiciones de flujo irregular de electricidad o para dar préstamos, y de la existencia de ahorros en el exterior, entre otras fuentes de divisas. “Pero el comercio en particular no lo consideraría un apalancador, porque está destinado más al consumo que a la producción. El comercio es una actividad muy importante, que puede dar empleo a mucha gente, pero tiene que haber una base productiva para poder comerciar dentro y fuera de Venezuela, para poder exportar y traer divisas al país”.
Sobre las posibilidades de reactivación económica en Venezuela, Balza responde que “siempre hay esperanzas para los países. Y no es cuestión de verlo con un optimismo ingenuo, sino que si uno piensa en la misma historia de Venezuela, a principios del siglo XX era un país que había salido de guerras civiles, que estaba en medio de una dictadura y que no solamente por tener petróleo, sino por haber guerras mundiales, o por haber guerra de guerrillas en la frontera con Colombia, o por las dictaduras del cono sur, atrajo migrantes muy valiosos que lograron contribuir cultural y materialmente. Y eso lo hemos visto en muchos países que han pasado por procesos destructivos”.
Ahora, agregó, “presumir que Venezuela volverá a ser la de 2013 o 2012, es algo con lo que no estoy de acuerdo. Primero porque ese nivel de producción y consumo lo consiguió Hugo Chávez gastando los ahorros que podía haber hecho durante el 'boom' petrolero para mantener el poder en unas elecciones que finalmente ganó, para morir después. Volver a ese momento es algo que yo no quisiera; es decir, el momento en que una sola persona tiene un poder absoluto sobre los recursos públicos después de una bonanza, y los usa para ganar elecciones, es algo que no quisiera volver a ver. Entonces, ponerse como meta –para decir que Venezuela tiene esperanza, o puede recuperarse– volver a los niveles de consumo que se sostuvieron por capricho de un gobernante, es algo que no veo como mejora”.
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Reapertura fronteriza beneficia más a empresas colombianas
Los tres economistas consultados por EL NUEVO SIGLO coincidieron en que la reapertura diplomática y comercial entre Colombia y Venezuela es una medida positiva para ambos países.
“Es importante que la frontera esté abierta. Deben tumbarse todas las barreras que se generen, hay que crear puentes. Creo en el comercio y en que ese comercio hay que fomentarlo. El aislamiento no ha servido para restaurar la democracia en Venezuela. Por el contrario, ha servido para impulsar un régimen más autocrático. En la medida en que se abran las fronteras y se generen diálogos, se podrá ir ayudando a que mejore la situación política y económica en Venezuela”, dijo Alvarado.
Respecto al tema colombo-venezolano, aseveró Oliveros: “creo que es muy positivo que se restablezcan las relaciones y que ambos países puedan profundizar su intercambio comercial. Eso abarata muchísimo los costos, sobre todo los logísticos y de transporte”. Eso sí, mencionó que “hay mayores oportunidades, lamentablemente, para las empresas de Colombia que para las venezolanas, dado que en este momento tienen mejores condiciones de competitividad. Prácticamente en este intercambio comercial Colombia representa cerca del 80 %, y eso no va a cambiar”.
Por su parte, el profesor Balza recuerda que cuando no había esa apertura comercial, de todas maneras había comercio; “se le llamaba contrabando, porque no se pagaban impuestos, se hacía por los ‘caminos verdes’ (trochas), a veces implicando corrupción de las autoridades. Pero había comercio. Además, en la frontera hay vínculos familiares y afectivos entre personas que están de un lado y otro, hay prestación de servicios... Es decir, es una zona en la que hay intercambios materiales y culturales muy valiosos. Abrir la frontera reduce los costos de esa relación que se ha tenido durante todo este tiempo. Y hace que no solo quienes están dispuestos a correr los mayores riesgos o a sacar ganancia de cualquier comisión, sean beneficiados por el intercambio”.
Sin embargo, la decisión debe ir más allá de simplemente abrir el paso fronterizo y reactivar los vuelos. “El mayor problema para esta relación es que haya producción e intercambio. Ahí es donde está la clave del asunto. Para eso es necesario que haya seguridad, que existan acuerdos creíbles a través de la cooperación público-privada, nacional, binacional e internacional, en muchas actividades para las que hay ventajas, no tanto de la competencia por introducir productos, sino de la complementariedad de productos o de la cooperación entre distribuidores”, agregó Balza.