Deflación vuelve a asomar, no hay margen de ventas ni compras | El Nuevo Siglo
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Viernes, 6 de Noviembre de 2020
Redacción Economía

Así como es de peligrosa una inflación disparada para la economía, también lo es una deflación  y caída continuada de los precios. Todos hemos visto como los paperos están desesperados porque están vendiendo su producto casi regalado, porque los costos de producción no suplen su inversión. Asimismo están las haciendas plataneras, en que a veces los productores prefieren utilizar el producto para los cerdos en lugar de venderla al consumidor.



Esta situación es producto precisamente de la deflación, una amenaza que aparentemente había desaparecido con la inflación de septiembre cuando se llegó a 0,32% luego de varios meses con resultados negativos, pero en octubre volvió a aparecer.

En octubre, los precios bajaron 0,06% con respecto a septiembre del mismo año cuando fueron de 0,16% un año antes). De acuerdo con el reporte del DANE, el principal obstáculo en el mes fue la caída de 2,48% de la división de educación (que restó 11puntos básicos a la cifra general), ya que las cuotas de universidades y escuelas técnicas continuaron cayendo para compensar la menor demanda.

Además, la división de alimentos y bebidas no alcohólicas cayó 0,32% mensual (contribución de -5 puntos), ya que los precios de las papas y el arroz cayeron debido al aumento de la oferta. En tanto, contrarrestaron las reducciones de precios el transporte y restaurantes y hoteles (0,90% y 0,23% mensual, respectivamente) favorecidos por la reapertura de la actividad.

Las cifras

Asimismo, la inflación anual cayó a 1,75%, desde 1,97% en septiembre, arrastrada por la contracción del precio de la energía de 3,61% (-2,49% en septiembre), el bajonazo histórico más pronunciado, debido al descenso de la electricidad en algunas regiones del país. Pero también hay que tener en cuenta que hace un año la inflación anual estaba en 3,86%.

En el acumulado entre enero y octubre la inflación llegó a 1,38% cuando en el mismo periodo del año pasado llegaba a 3,43%, es decir más de 2,07% una diferencia descomunal.

Puede ser que con ello, los bienes y servicios estén bajando y que el mismo dinero que  ganamos hoy nos puede alcanzar para comprar más cosas. Pero esto nos puede beneficiar en algunos casos y en otros no.



Esto se debe a que muchos bienes y servicios están atados al costo de vida, y este indicador es seguido de cerca por los hogares, las empresas, el Gobierno e incluso por los extranjeros que quieren venir a nuestro país de turismo o por negocios.

Este fenómeno es tan importante para la economía de un país, que incluso la Constitución Política de Colombia de 1991 le encargó al Banco de la República la misión de velar por mantener la inflación en niveles bajos y estables, y dotando al Banco de toda la independencia administrativa, patrimonial y técnica para que cumpla con su mandato constitucional.

De esta manera, la Junta Directiva, para este año, se ha comprometido con todos los colombianos para que sus decisiones logren ubicar la inflación en niveles de entre el 2% y 4% con un promedio de 3%, pero por lo visto, hoy esa meta está por debajo ya que está en 2,85% en mayo.

Y todas las tendencias, ante el impacto del aislamiento obligatoria y el cierre de  muchas actividades económicas, muestran la tendencia que continuará bajando.

La oferta monetaria

Para los economistas, la disminución de los precios sucede como resultado de la reducción de la oferta monetaria, que aumenta el valor de la moneda, incrementando así su poder adquisitivo. Dicho de otro modo, los productos se vuelven más baratos, pero también los bienes que están atados a ese indicador no van a subir como todos quisieran, como por ejemplo el salario mínimo.

Con la coyuntura actual, existe tanto una contracción de la economía (menos crecimiento), y una caída de la demanda, provocada por la incertidumbre de lo que va a suceder con el Covid-19. Hoy el ciudadano está prevenido y prefiere no gastar sino lo necesario para su manutención y no arriesgarse a otras compras.

Pero otro fenómeno que produce deflación es el resultado de un incremento de la producción, que provoca que la cantidad disponible de bienes y servicios aumente más rápido que la oferta monetaria, llevando a un exceso de oferta monetaria. En este caso la deflación es beneficiosa para la economía. De todos  modos, la deflación  evoluciona (entre otros factores) en función de lo que mueve todo en el mundo de la economía, la ley de oferta y demanda.



Las caídas

Sin duda con estos resultados, la deflación está ahí a la vuelta de la esquina.  Diferentes expertos económicos indican que es muy pronto para hablar de deflación, puesto que las recientes caídas en los precios obedecen en parte a las medidas adoptadas por el Gobierno frente a los arriendos, servicios y días sin IVA, rubros que se revertirán conforme se dinamice la actividad económica. De igual forma, agregan que para que esto se considere deflación, se debe tener ese comportamiento a la baja de manera prolongada, por lo menos un año.

Los analistas agregan que, aunque el riesgo de deflación existe, con el levantamiento de las restricciones los precios podrían volver a subir, situación que puede cambiar con un rebrote de contagios que lleve a una extensión de la cuarentena y genere otro choque de oferta y demanda. Todo dependerá del manejo que den los Gobiernos en conjunto con los bancos centrales para contener una caída prolongada de los precios. 

Los salarios

De acuerdo con el analista y consultor Rodrigo García, uno de los hechos que se pueden presentar en contra de la economía, es que “ante la presencia de deflación, las deudas aumentan de valor y los activos que respaldan los créditos en la economía lo pierden, motivo por el cual se da una transferencia de ingresos de los deudores a los prestatarios que deprime aún más el crédito y por ende, la demanda. Además, si los salarios nominales permanecen fijos, los reales aumentan, encareciendo los costos laborales y afectando negativamente el empleo y las utilidades de las empresas”. Para el experto, la deflación podría resultar perjudicial para la economía “y peor que el impacto de la pandemia”.



A favor podría mencionarse que aparentemente si el costo de vida está bajando, pues el ingreso de los hogares y las familias deberían mejorar para poder aumentar su capacidad de ahorro. Pero esto es relativo, ya que si los productos bajan en demasía para los fabricantes o agricultores no es conveniente sacarlos al mercado ya que no van a ganar lo suficiente o por lo menos cubrir los costos de producción.

Señala el analista García que “además, la deflación hace que la política monetaria pierda su efectividad. A medida que las tasas de interés se acercan a cero en términos nominales, la demanda por dinero se vuelve muy elástica, por lo cual la economía puede caer en una trampa de liquidez. Es decir, la cantidad de dinero suministrada por el Gobierno puede crecer mucho, sin ningún efecto sobre la producción o el consumo”.

Asegura que “el riesgo más grave de una deflación aparece cuando las expectativas y la confianza de los agentes en la economía se deterioran, provocando nuevas caídas en los precios que se retroalimentan a sí mismas”.

De otro lado, si se compara la cifra anual del costo de vida registrado por el DANE, prácticamente, en un año ha caído casi el 50%, desde 3,86% en octubre de 2019 a 1,75% de este  mismo mes de 2020.

El impacto

En concepto del Banco de la República, cuando la deflación obedece a factores temporales, como un aumento en la producción agregada, por lo general no tiene costos significativos.



Sin embargo, un hecho sostenido, como este último, implica consecuencias para la economía, en particular cuando es causada por factores de demanda, como está sucediendo ahora que por culpa de la pandemia, que el consumo de productos, servicios y demás elementos de la economía han bajado sustancialmente.