Para bien o para mal la economía colombiana depende del petróleo. Las cifras hablan por sí solas: al cierre de 2010 la participación en el PIB de la minería se igualó con la del sector agropecuario (7%), después que aquél participaba con solo el 2% y este último llegó a representar el 22% en la década de los 70 y 21% durante el período 1985–1995; entre tanto, la industria que participaba en el PIB con el 24% bajó de manera intermitente hasta el 11%, en el cual está anclada actualmente.
Como lo afirma el Foro Económico Mundial, Colombia hace parte del grupo de países que debe capitalizar su amplia disponibilidad de recursos energéticos para que, de manera sostenible, pueda maximizar los retornos de la industria y apoyar una mayor diversificación de la economía”. Pero, como lo sostiene el presidente de Analdex, Javier Díaz, “hasta ahora estamos empezando a diversificar la canasta exportadora, pero todavía estamos muy tímidos”. Se impone, entonces, una política de Estado tendiente a la diversificación de la economía que no es otra que la transformación productiva, la que por supuesto se tomará su tiempo.
Durante la década del boom de los precios del petróleo el crecimiento del PIB llegó a superar el crecimiento potencial de la economía (4,5%), para luego, cuando se descolgaron, no solo se desaceleró el crecimiento del PIB, sino que hasta el crecimiento potencial se vino a pique y perdió un punto porcentual, situándose en el 3,5% y lo que es más grave. el crecimiento del PIB en los últimos años ha estado por debajo de este débil crecimiento potencial. Huelga decir que cada punto de crecimiento o decrecimiento del PIB se cifra en 2 billones de pesos en moneda corriente, o sea que por cuenta del bajo crecimiento de la economía también se han visto afectadas las finanzas públicas.
Como es bien sabido los precios del petróleo son volátiles y están siempre sometidos a los vientos cruzados de las distintas fuerzas del mercado, razón por la cual la economía está montada en una especie de montaña rusa. La preocupación es mayor al constatar que las reservas del país vienen en picada y la remanentes a lo sumo nos alcanzarán para solo 5,7 años.
Pero el futuro de la economía colombiana no solo está amenazado por la caída de las reservas de hidrocarburos sino porque la perspectiva del mercado del petróleo es sombría por los cambios estructurales que se están dando en el mundo. Si antes los análisis ponían el foco en tratar de establecer en qué momento las reservas de petróleo en el mundo empezarían a declinar, ahora la atención está centrada en la caída de la demanda por el freno de mano que significan las restricciones al consumo de energías de origen fósil para contrarrestar el cambio climático.
El Presupuesto para la vigencia de 2019 y su monto se determinó por parte del mismo en la suma de $258,9 billones. Pero esta cifra está sustentada en la proyección de ingresos al fisco el próximo año, en donde el sector de los hidrocarburos está llamado a contribuir sustancialmente, sobre todo ahora que los precios del crudo están al alza. Se asume que la producción del año entrante estará alrededor de los 872.000 barriles/día y el precio del barril estará por encima de los 67 dólares. Pero, para que esta expectativa de producción se cumpla y se pueda sostener hacia el futuro es menester detener la caída de las reservas probadas con las que se cuenta.
Y para reponer las reservas e incorporar más barriles a las mismas y detener su caída es menester apurar el paso en la actividad exploratoria para poder determinar las reservas existentes en los prospectos de yacimientos no convencionales, para lo cual es menester apelar a la tecnología de la estimulación hidráulica, más conocida como fracking. De manera que no es dable descartar de plano esta opción, porque peor que depender del petróleo es depender de las importaciones de petróleo para poder cargar nuestras refinerías. Esta tecnología es la que ha catapultado a los Estados Unidos como primer productor mundial de crudo con 10,6 millones de barriles/día.
Desde luego que habrá que extremar todas las medidas de previsión y prevención tendientes a reducir el impacto que se derive de esta actividad, mitigarlo y repararlo. Con tal fin, Ecopetrol se apresta a implementar unos pilotos que le permitan al país disponer de una operación segura y la utilización de las mejores prácticas por parte de las empresas operadoras, contando para ello con el acervo de conocimiento del que ya se dispone gracias a la gestión en tal sentido adelantada en los 10 años anteriores.